Fue Atland un personaje misterioso, ser de otro mundo que en su apariencia humana adoptaba la humilde figura de un barbado anciano. Para los primitivos habitantes pirenáicos que habitaron su tiempo, Atland, loco o mago, arrastraba su mísera existencia hundido en una pequeña cabaña construida con sus manos, más parecidas a raices leñosas que humanas, a base de piedra sin cantera y troncos enteros de abeto. «El Viejo de las Cumbres», le llamaban, y en los poblados de las montañas, el Viejo se convertía en protagonista de historias y chismes inventados por los lugareños con el fin de entretener la mente y hacer más breves los rigores del crudo invierno.
Categoría:Cibercuentos, Historias y Leyendas de Aragón
Un viejo perro cazador, que en sus días de juventud y fortaleza jamás se rindió ante ninguna bestia del bosque, encontró en sus ancianos días un jabalí en una cacería. Y lo agarró por la oreja, pero no pudo retenerlo por la debilidad de sus dientes, de modo que el jabalí escapó.
Su amo, llegando rápidamente, se mostró muy disgustado, y groseramente reprendió al perro.
El perro lo miró lastimosamente y le dijo:
– Mi amo, mi espíritu está tan bueno como siempre, pero no puedo sobreponerme a mis flaquezas del cuerpo. Yo prefiero que me alabes por lo que he sido, y no que me maltrates por lo que ahora soy.
Respeta siempre a tus ancianos, que aunque ya no puedan hacer de todo, dieron lo mejor de su vida para tu beneficio.
Un hombre ya canoso tenía dos pretendientes, una joven y otra más vieja.
Apenada la de mayor edad de tratar con un hombre más joven que ella, cada vez que él la visitaba le quitaba los cabellos negros.
A su vez la más joven, no queriendo tener por amante a un hombre viejo, le arrancaba los cabellos canos.
Con esto sucedió que el hombre, pelado alternativamente por una y por la otra, se quedó completamente calvo.
No quites a los demás lo que no te gusta, porque al final te va a gustar menos el resultado.
Vocabulario:
Canoso: Aquellos pelos que a las personas mayores se les va poniendo de color blanco.
Categoría:Cibercuentos, Fábulas sobre el Respeto
Un caballo viejo fue vendido para darle vueltas a la piedra de un molino. Al verse atado a la piedra, exclamó sollozando:
— ¡Después de las vueltas de las carreras, he aquí a que vueltas me he reducido!
No presumáis de la fortaleza de la juventud. Para muchos, la vejez es un trabajo muy penoso.
En el borde del camino hay una silla,
la rapiña merodea aquel lugar,
la casaca del amigo esta tendida,
el amigo no se sienta a descansar.
Sus zapatos desgastados son espejos,
que le queman la garganta con el Sol,
y a través de su cansancio pasa un viejo,
que le seca con la sombra el sudor.
Escrita por nuestro compañero Eduardo.
Categoría:Cibercuentos, Cuentos Infantiles y Juveniles