Una tortuga que se recreaba al sol, se quejaba a las aves marinas de su triste destino, y de que nadie le había querido enseñar a volar.
Un águila que paseaba a la deriva por ahí, oyó su lamento y le preguntó con qué le pagaba si ella la alzaba y la llevaba por los aires.
– Te daré –dijo– todas las riquezas del Mar Rojo.
– Entonces te enseñaré a volar –replicó el águila-.
Y tomándola por los pies la llevó casi hasta las nubes, y soltándola de pronto, la dejó ir, cayendo la pobre tortuga en una soberbia montaña, haciéndose añicos su coraza. Al verse moribunda, la tortuga exclamó:
– Renegué de mi suerte natural. ¿Qué tengo yo que ver con vientos y nubes, cuando con dificultad apenas me muevo sobre la tierra?
Si fácilmente adquiriéramos todo lo que deseamos, fácilmente llegaríamos a la desgracia.
Cierto día una liebre se burlaba de las cortas patas y lentitud al caminar de una tortuga. Pero ésta, riéndose, le replicó:
– Puede que seas veloz como el viento, pero yo te ganaría en una competención.
Y la liebre, totalmente segura de que aquello era imposible, aceptó el reto, y propusieron a la zorra que señalara el camino y la meta.
LLegado el día de la carrera, arrancaron ambas al mismo tiempo. La tortuga nunca dejó de caminar y a su lento paso pero constante, avanzaba tranquila hacia la meta. En cambio, la liebre, que a ratos se echaba a descansar en el camino, se quedó dormida. Cuando despertó, y moviéndose lo más veloz que pudo, vio cómo la tortuga había llegado de primera al final y obtenido la victoria.
Con seguridad, constancia y paciencia, aunque a veces parezcamos lentos, obtendremos siempre el éxito.
Para celebrar sus bodas, Zeus invitó a todos los animales. Sólo faltó la tortuga.
Intrigado por su ausencia, le preguntó al día siguiente:
– ¿Cómo solamente tú entre todos los animales no viniste a mi festín?
– ¡Hogar familiar, hogar ideal! -respondió la tortuga-.
Zeus, indignado contra ella, la condenó a llevar eternamente la casa a cuestas.
No nos encerremos en nuestro pequeño mundo. Ampliemos nuestro horizonte compartiendo sanamente con nuestro alrededor.
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