Me senté en el borde de la cama y seguí llorando, mientras recordaba al duende que en mis sueños me había dicho algo que yo no podía creer… por eso mi llanto y mi tristeza esa mañana del seis de enero.
Con su chillona voz de duende había dicho: «Me extraña que a tu edad no lo sepas: los Reyes Magos no existen, son los adultos, generalmente los padres, los que compran los regalos».
Categoría:Cibercuentos, Cuentos infantiles de Navidad
Vengo a decir: La vida es pura y bella.
Existe Dios. El amor es inmenso.
¡Todo lo sé por la divina Estrella!
El nombre de magos proviene del latín Magi y este del griego «μάγοι». Este término, sin tener el mismo significado que el actual, era un título que se le daba a las castas sacerdotales. Como parte de su religión, estos sacerdotes tomaban una especial atención a las estrellas, y ganaron una reputación internacional por la astrología.
La figura de los Reyes Magos tiene su origen en los relatos del nacimiento de Jesús, algunos de dichos relatos fueron integrados de los evangelios canónicos que hoy conforman el Nuevo Testamento de la Biblia. Concretamente el Evangelio de Mateo es la única fuente bíblica que menciona a unos magos quienes, tras seguir una estrella, buscan al «Rey de los Judíos que ha nacido» en Jerusalén, al que terminarán encontrando sólo en la figura de Jesús recién nacido en Belén, y a quien ofrecen ofrendas de oro, incienso y mirra. Las tradiciones antiguas que no fueron recogidas en la Biblia, sin embargo, les asignan nombre: Melchor, Gaspar y Baltasar, posiblemente sacerdotes provenientes de Persia.
Según la tradición, estos magos fueron a adorar al Mesías que acababa de nacer en Belén de Judea, el que posteriormente se llamaría Jesús de Nazaret. Actuaron, según la misma fuente, siguiendo un extraño astro, calificado de estrella fugaz, que habían visto en sus observaciones del universo, ya que también se cree que eran en realidad magos en el sentido de personas estudiosas de la astronomía y la ciencia.