Justo en la casita de al lado, vivía una anciana viuda con un loro de vivos colores llamado Lindo, que vociferaba cosas tan irrelevantes -«taxi, taxi»-, como irreverentes -«fill de puta»-. Este loro había sido un regalo de un sobrino que se trajo de América muchos años atrás, cuando el «tráfico ilegal de especies protegidas» era un epígrafe de futura invención.
Érase una vez un pastor muy infeliz, pues siempre estaba anhelando cosas utópicas, cosas que otros poseían, quejándose constantemente según él de lo poco que tenía.
Siempre permanecía en su hermoso rebaño, pero como siempre estaba criticándose nunca se daba cuenta de lo hermoso que poseía.
Categoría:Cibercuentos, Cuentos Infantiles y Juveniles
Un pastor que cuidaba su rebaño en las costas, veía al mar muy calmado y suave, y planeaba con hacer un viaje de comercio. Entonces vendió todo su rebaño, lo invirtió en un cargamento de dátiles, y se echó a la mar. Pero vino una fuerte tempestad, y estando en peligro de hundirse la nave, tiro por la borda toda la mercancía, y escasamente escapó con vida en la barca vacía. No mucho tiempo después cuando alguien pasaba y observaba la ordenada calma del mar, él le interrumpía y le decía: -De nuevo está el mar deseando dátiles y por eso luce calmado.
Nunca generalices conclusiones basándote en un solo suceso.
Acompañaba un lobo a un rebaño de ovejas pero sin hacerles daño. Al principio el pastor lo observaba y tenía cuidado de él como un enemigo. Pero como el lobo le seguía y en ningún momento intentó robo alguno, llegó a pensar el pastor que más bien tenía un guardián de aliado.
Cierto día, teniendo el pastor necesidad de ir al pueblo, dejó sus ovejas confiadamente junto al lobo y se marchó.
El lobo, al ver llegado el momento oportuno, se lanzó sobre el rebaño y devoró casi todo.
Cuando regresó el pastor y vio todo lo sucedido exclamó:
— Bien merecido lo tengo; porque ¿De dónde saqué confiar las ovejas a un lobo?
Nunca dejes tus valores al alcance de los codiciosos, no importa su inocente apariencia.
Encontró un pastor un joven lobo y se lo llevó. En seguida le enseñó como robar ovejas de los rebaños vecinos. Y el lobo, ya crecido y demostrándose como un excelente alumno, dijo al pastor:
-Puesto que me has enseñado muy bien a robar, pon buena atención en tu vigilancia, o perderás parte de tu rebaño también.
Quien enseña a hacer el mal, tiene que cuidarse de sus propios discípulos.
Categoría:Cibercuentos, Fábulas sobre la Honestidad
Un joven pastor, que cuidaba un rebaño de ovejas cerca de una villa, alarmó a los habitantes tres o cuatro veces gritando: -¡El lobo, el lobo!
Pero cuando los vecinos llegaban a ayudarle, se reía viendo sus preocupaciones. Mas el lobo, un día de tantos, sí llegó de verdad. El joven pastor, ahora alarmado él mismo, gritaba lleno de terror:
– Por favor, vengan y ayúdenme; el lobo está matando a las ovejas.
Pero ya nadie puso atención a sus gritos, y mucho menos pensar en acudir a auxiliarlo. Y el lobo, viendo que no había razón para temer mal alguno, hirió y destrozó a su antojo todo el rebaño.
Al mentiroso nunca se le cree, aun cuando diga la verdad.
Categoría:Cibercuentos, Fábulas sobre la Honestidad
Lanzándose desde una cima, un águila arrebató a un corderito.
La vio un cuervo y tratando de imitar al águila, se lanzó sobre un carnero, pero con tan mal conocimiento en el arte que sus garras se enredaron en la lana, y batiendo al máximo sus alas no logró soltarse.
Viendo el pastor lo que sucedía, cogió al cuervo, y cortando las puntas de sus alas, se lo llevó a sus niños.
Le preguntaron sus hijos acerca de que clase de ave era aquella, y les dijo:
– Para mí, sólo es un cuervo; pero él, se cree águila.
Pon tu esfuerzo y dedicación en lo que realmente estás preparado, no en lo que no te corresponde.