Un derviche humilde y silencioso solía concurrir todas las semanas a las comidas que ofrecía un hombre culto y generoso. Tales reuniones eran conocidas como Asamblea de los Cultos. (más…)
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Hoy descubrí el libro mágico, me lo enseñó un niño que llegó a mí cansado de correr y me dijo.
-¿No conoces el libro mágico?-
-¡ No! – respondí. (más…)
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Decidieron encontrarse nuevamente treinta años después.
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Pero el árbol, que ya era muy viejito, porque tenía 103 años, estaba un poquito triste. Resultaba ser, que de tan abuelito que era, de tan tan pero requete tan gordo que estaba – Había bebido mucha lluvia decían – , le pusieron una cerca a su alrededor…con un cartel. Pero como el no sabía leer… Estaba más y más triste porque era un abuelito sin la alegría de sus chiquitos.
Un día escuchó el árbol – porque saben oír muy bien ellos, eh! – que alguien leía el cartelito: – Árbol centenario. Monumento histórico nacional. Plantado por…..
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Habían comenzado las vacaciones y Carlos y Clara estaban terminado de hacer su maleta para irse a casa del abuelo.
Ellos no querían ir, porque pensaban que se iban a aburrir mucho allí solos, sin sus amigos, sin embargo sus papas les decían que seguro que iban a ser unas vacaciones estupendas.
Llegaron a casa del Abuelo y este les recibió con un fuerte abrazo y una gran sonrisa, dejaron la maleta en su habitación y salieron a dar una vuelta.
Por la calle se encontraban con muchos niños pero ninguno jugaba con ellos, con lo cual, decidieron volver a casa.
Cuando llegaron estaban muy tristes y aburridos, el Abuelo que les vio pensó que tenía que hacer algo para que se lo pasarán bien y entonces se acordó del viejo taburete que estaba escondido en el desván.
El Abuelo cogió de la mano a Carlos y Carla y los tres subieron al viejo desván.
A Carlos y Carla aquel sitio les daba un poco de miedo pero, como estaba allí el Abuelo pronto se les paso.
El Abuelo les enseño el Taburete y les invito a que se sentaran. Carlos y Carla se sentaron y sorpresa ! el Taburete era Mágico.
Cada vez que te sentaban en él, el Taburete te hacía viajar a un lugar distinto, lugares todos ellos mágicos y divertidos donde conocías a mucha gente.
Como os podéis imaginar Carlos, Carla y el Taburete Mágico hicieron que aquel verano fuera inolvidable.
Algún día os contaran las aventuras que corrieron y los lugares mágicos que vieron.
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Carlos y Carla pasaban el fin de semana en casa del abuelo. Y eso ya sabéis lo que significa, nuevas aventuras con el taburete mágico!
Al llegar a la casa, como siempre, lo primero que hicieron fue saludar al abuelo, después y a toda prisa subieron a ver el taburete.
Se sentaron encima de él y sorpresa! Aparecieron en un país fantástico, todo era de caramelo, las casas, los coches, los animales…
Carlos y Carla no podían creérselo, miles y miles de golosinas dispuestas a ser comidas. No sabían que comer, porque todo parecía tan rico…! De pronto vieron que el tejado de una casa estaba cubierto con un riquísimo chocolate. Sin pensárselo dos veces, se acercaron y comenzaron a comer.
Solo habían dado un mordisco, cuando el dueño de la casa ( que también era de chocolate) salió a pedirles, por favor, que no se comieran su casa, porque si lo hacían, él no tendría donde vivir.
A Carlos y a Carla aunque les apetecía mucho comérselo, sabían que el señor tenía razón.
El señor de la casa que se llamaba Chocolatín, viendo que eran unos buenos chicos les invito a entrar a su casa, y les ofreció todo tipo de dulces y golosinas. Chocolatín, Carlos y Carla se hicieron muy amigos.
Entonces Chocolatín, les contó que su país corría peligro porque había un malvado que se llamaba Tragón que se dedicaba a comer todo lo que tenía a su alcance. Carlos y Carla, viendo que el país de su amigo corría peligro, decidieron pensar un plan, para deshacerse de Tragón.
Con ayuda de Chocolatín y de sus vecinos crearon la chocolatina más bonita y más sabrosa del mundo, una chocolatina que solo con verla, tenías ganas de comerla. Sin embargo, la chocolatina tenía trampa, pues, por dentro tenía madera, con lo cual no podía comerse.
Chocolatín, Carlos y Carla, pusieron la chocolatina en medio de una plaza para que se pudiera ver bien y se escondieron a esperar. Al cabo de unos minutos apareció Tragón y claro nada más verla, se fue corriendo hacía ella. Pero cual fue su sorpresa, la chocolatina estaba muy dura y del fuerte mordisco que había dado se le habían caído todos los dientes.
Tragón se fue corriendo y diciendo que no volvería más a comer chocolatinas.
Gracias a la ayuda de Carlos y Carla el país de Chocolatín se había salvado.