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Etiqueta: lobo

El Estofado del Lobo
Había una vez un lobo al que le gustaba comer más que cualquier otra cosa en el mundo. Apenas terminaba una comida, empezaba a pensar en la próxima.

Un día, al lobo le dio antojo de estofado de pollo. Pasó el día en el bosque buscando un pollo apetitoso y finalmente vio una gallina. «¡ Ah ! es justo lo que necesito». El lobo acechó a su presa hasta que la tuvo cerca, pero cuando ya la iba a agarrar … se le ocurrió otra idea.

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Caperucita Roja
Había una vez una niña muy bonita. Su madre le había hecho una capa roja y la muchachita la llevaba tan a menudo que todo el mundo la llamaba Caperucita Roja.

Un día, su madre le pidió que llevase unos pasteles a su abuela que vivía al otro lado del bosque, recomendándole que no se entretuviese por el camino, pues cruzar el bosque era muy peligroso, ya que siempre andaba acechando por allí el lobo.

Caperucita Roja recogió la cesta con los pasteles y se puso en camino. La niña tenía que atravesar el bosque para llegar a casa de la Abuelita, pero no le daba miedo porque allí siempre se encontraba con muchos amigos: los pájaros, las ardillas…

De repente vió al lobo, que era enorme, delante de ella.

– ¿A dónde vas, niña?- le preguntó el lobo con su voz ronca.

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El lobo y los pastores cenando

Un lobo que pasaba cerca de una fuente, vio allí a unos pastores que cenaban las carnes de un cordero. Acercándoseles, les dijo:

-¡Qué escándalo habría ya si fuera yo quien estuviera haciendo lo que ustedes hacen!

Una cosa es lo que el dueño con todo derecho decida sobre su propiedad, y otra lo que haga el ladrón con lo que no le pertenece.

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El lobo orgulloso de su sombra y el león

Vagaba cierto día un lobo por lugares solitarios, a la hora en que el sol se ponía en el horizonte. Y viendo su sombra bellamente alargada exclamó:

— ¿Cómo me va a asustar el león con semejante talla que tengo? ¡Con treinta metros de largo, bien fácil me será convertirme en rey de los animales!

Y mientras soñaba con su orgullo, un poderoso león le cayó encima y empezó a devorarlo. Entonces el lobo, cambiando de opinión se dijo:

— La presunción es causa de mi desgracia.

Nunca valores tus virtudes por la apariencia con que las ven tus ojos, pues fácilmente te engañarás.

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El lobo y el asno

Un lobo fue elegido rey entre sus congéneres y decretó una ley ordenando que lo que cada uno capturase en la caza, lo pusiera en común y lo repartiese por partes iguales entre todos; de esta manera ya no tendrían los lobos que devorarse unos a otros en épocas de hambre.

Pero en eso lo escuchó un asno que estaba por ahí cerca, y moviendo sus orejas le dijo:

— Magnífica idea ha brotado de tu corazón, pero ¿Por qué has escondido todo tu botín en tu cueva? Llévalo a tu comunidad y repártelo también, como lo has decretado.

El lobo, descubierto y confundido, derogó su ley.

Si alguna vez llegas a tener el poder de mandar, sé el primero en cumplir tus propias leyes.

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Los lobos, los carneros y el carnero padre

Enviaron los lobos una representación a un rebaño de carneros, prometiéndoles hacer una paz permanente si les entregaban a los perros. Los carneros aceptaron hacerlo, exceptuando a un viejo carnero padre que les reclamó a los lobos:

– ¿Cómo les voy a creer y vivir con ustedes, si ahora mismo, aún con el cuido de los perros no puedo pacer con tranquilidad?

Nunca te desprendas de lo que es primordial para tu propia seguridad.

Vocabulario:

Pacer: Comer hierba el ganado en prados o dehesas.

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El lobo y la grulla

A un lobo que comía un hueso, se le atragantó el hueso en la garganta, y corría por todas partes en busca de auxilio.

Encontró en su correr a una grulla y le pidió que le salvara de aquella situación, y que enseguida le pagaría por ello. Aceptó la grulla e introdujo su cabeza en la boca del lobo, sacando de la garganta el hueso atravesado. Pidió entonces la cancelación de la paga convenida.

— Oye amiga — dijo el lobo — ¿No crees que es suficiente paga con haber sacado tu cabeza sana y salva de mi boca?

Nunca hagas favores a malvados, traficantes o corruptos, pues mucha paga tendrías si te dejan sano y salvo.

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El lobo y la cabra

Encontró un lobo a una cabra que pastaba a la orilla de un precipicio. Como no podía llegar a donde estaba ella le dijo:

— Oye amiga, mejor baja pues ahí te puedes caer. Además, mira este prado donde estoy yo, está bien verde y crecido. Pero la cabra le dijo:

— Bien sé que no me invitas a comer a mí, sino a tí mismo, siendo yo tu plato.

Conoce siempre a los malvados, para que no te atrapen con sus engaños.

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