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Las hadas tienen orígenes muy diferentes. Pueden nacer del huevo azul que ponen las golondrinas cuando en la alta y oscura noche se rozan sus alas con las del Ángel de la Guarda; del agua de una fuente que haya oido cantar a los niños la misma ronda durante cien años … Pero no quiero hablar ahora de las hadas de origen misterioso, sino de cómo puede llegar a serlo cualquier niña con menos trabajo que aprobar el segundo grado. Solo hace falta un poco de suerte, como para todo en esta vida, y un corazón bien puesto.

«Mi amigo no ha regresado del campo de batalla, señor, solicito permiso para salir a buscarlo»

«Permiso denegado», replicó el oficial. «No quiero que arriesgue Ud. su vida por un hombre que probablemente esté muerto».

Hace tiempo, vivían tres hermanos huérfanos con su abuelita. Vivían pobres, torciendo hilo. El mayor quiso probar su suerte y salir.

—Voy a buscar trabajo, abuelita.

—Pero, ¿a dónde vas a ir, hijo? Podemos vivir bien, torciendo nuestro hilo.

En cuanto a los paisajes que imaginaba, ni siquiera él mismo sabía dónde los había visto.

Quizá no existían en ningún lugar del mundo, ni en ningún sueño humano, pero parecían reales, era tierra palpable y perfumada. «Y cuanto más se contemplaban, más parecía que el cuerpo escapaba por los ojos y se transfería, entero y vivo, a aquellos espacios coloreados y llenos de paz.»

Había una vez un lobo al que le gustaba comer más que cualquier otra cosa en el mundo. Apenas terminaba una comida, empezaba a pensar en la próxima.

Un día, al lobo le dio antojo de estofado de pollo. Pasó el día en el bosque buscando un pollo apetitoso y finalmente vio una gallina. «¡ Ah ! es justo lo que necesito». El lobo acechó a su presa hasta que la tuvo cerca, pero cuando ya la iba a agarrar … se le ocurrió otra idea.

Verdi, el pequeño escarabajo, vivía cerca del huerto de Doña gallina.

Siempre estaba solo. Paseaba por el huerto vestido con un chaleco gris y un sombrero negro.

Su casita estaba hecha de cáscara de nuez y al lado de un fuerte abeto que le protegía del viento y la lluvia.

Érase una vez una bella dama que se llamaba Samanta, pero sus amigos le decían Sami y un chico adorable que se llamaba Daniel. Los dos eran de mundos diferentes, a Sami le gustaba ser porrista y por eso era la capitana y a Daniel le gustaba el fútbol y era el líder y cada vez que pasaban al lado se miraban.

Érase una vez una pequeña niña llamada Jailhy , Jailhy era tímida, muy pero que muy tímida. No hablaba con nadie, no participaba en clases, era muy pero muy tímida.

Un día, una compañera de clases se le acercó, ella no sabía como responderle, así que decidió correr.

Días más tarde la misma compañera se le acercó de nuevo, entonces Jailhy le dijo:

Lucía era una niña que vivía en el bosque con su familia y su hermana, la familia de Lucía no era una familia normal como todas esas familias, tenían poderes, menos su hermana Camila.

Lucía no comprendía porque su hermana era la única que no tenía poderes.

Lucía tenía el poder de leer los pensamientos, pero a su hermana no le podía leer sus pensamientos, Lucía no podía comprender porque a su hermana no le podía leer su mente.

Nerma cada vez estaba peor. La fiebre no paraba de subir, y su padre, el rey de los ratones, sabía que no le iba a quedar más remedio que hacer lo que tanta angustia le causaba, si quería que su hijita se recuperase. Así que con determinación se encaminó al lago. Al llegar la llamó, al momento las aguas empezaron a burbujear y de su interior surgió un raro ser, la llamaban la Dama del lago, el rey habló:

– Jamás creí, que llegaría este momento, pero debo pedirte que saldes tu deuda.