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Etiqueta: leer

Cuento del árbol del Ruiseñor

Hubo una vez un lindo ruiseñor que hacía su nido en la copa de un gran roble. Todos los días el bosque despertaba con sus maravillosos trinos.

La vida volvía a nacer entre sus ramas. Las hojas crecían y crecían. También lo hacían los polluelos del pequeño pajarito.

Su nido estaba hecho de ramitas y hojas secas.

Algunas ardillas curiosas se acercaban para ver como los polluelos picoteaban el cascarón hasta dejar un hueco en el que poder estirar su cuello. Empujaban con fuerza y lograban salir hacia fuera.

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Cuento del rancho encantado

Había una  vez  una  familia que   decidió   pasar  unos  días en  un  rancho cerca  del  río. Cuando  llegaron a  ese  lugar  se  encontraron  con  un  perro  de un  solo  ojo y con una lechuza  que  las  que  los  miraba  fijamente y les daba miedo.

Cuando abrieron la  puerta todo parecía normal, pero  poco a poco se dieron cuenta de que ocurrían  cosas raras. Cuando la mama pensó en limpiar, la escoba empezó a barrer sola. Cuando el papa cortaba  el césped, este crecía rápidamente donde  él cortaba. El más pequeño dijo: ¡mama  la  pelota me busca  para  jugar!

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Cuento del Ángel de los Niños
Cuenta una leyenda que a un angelito que estaba en el cielo, le tocó su turno de nacer como niño y le dijo un día a Dios:

– Me dicen que me vas a enviar mañana a la tierra. ¿Pero, cómo vivir? tan pequeño e indefenso como soy

– Entre muchos ángeles escogí uno para ti, que te esta esperando y que te cuidara.

– Pero dime, aquí en el cielo no hago más que cantar y Sonreír, eso basta para ser feliz.

– Tu ángel te cantará, te sonreirá todos los días y tu sentirás su amor y serás feliz.

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El conejito verde
Hace mucho tiempo había un rey muy rico que tenía tres hijos, tres príncipes muy hermosos a quienes él quería mucho. Al rey, sin embargo, le agradaba que lo obedecieran al instante en todo lo que mandaba. Sucedío que un día los tres príncipes se salieron a pasear sin permiso de su padre, y se enojó tanto el rey que los castigó, convirtiéndolos en conejos. Al mayor lo transformó en un conejito pinto, al segundo en uno blanco y al tercero, el más chico de los hermanos, en un conejito verde muy lindo.

– Durante un año,- dijo el rey, -no saldrán del palacio ni podrán volverse gentes mas que al anochecer.

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El álbum

El consejero administrativo Craterov, delgado y seco como la flecha del Almirantazgo, avanzó algunos pasos y, dirigiéndose a Serlavis, le dijo:

-Excelencia: Constantemente alentados y conmovidos hasta el fondo del corazón por vuestra gran autoridad y paternal solicitud…

-Durante más de diez años-le sopló Zacoucine.

-Durante más de diez años… ¡Hum!… en este día memorable, nosotros, vuestros subordinados, ofrecemos a su excelencia, como prueba de respeto y de profunda gratitud, este álbum con nuestros retratos, haciendo votos porque vuestra noble vida se prolongue muchos años y que por largo tiempo aún, hasta la hora de la muerte, nos honréis con…

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El águila, el león y el murciélago
Cuentan los muy ancianos que en tiempos remotos el águila y el león se repartían el gobierno de los animales. Reinaba el león sobre osos, lobos y demás cuadrúpedos que poblaban el planeta. El águila, por su parte, dictaba prudentes reglamentos que regían la vida y costumbres de las aves. Un día se reunieron ambos soberanos.

– ¡ Has de saber que el murciélago me ocasiona problemas ! – dijo el águila -. ¡Cuando le beneficia dice que es un pájaro y se mezcla con ellos, alegando que como ellos, vuela ! ¡ Pero cuando su interés reside en librarse de mis leyes, dice que es un mamífero y, por lo tanto, una bestía de tu juridicción y vasallo de tu imperio !

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Cuento del Abad y los tres enigmas

Esto era una vez un viejo monasterio, situado en el centro de un enorme y frondoso bosque, en el que vivían muchos frailes.

Cada fraile tenía una misión diferente, así había un fraile portero, otro médico, otro cocinero, otro bibliotecario, otro pastor, otro jardinero, otro hortelano, otro maestro, otro boticario, es decir había un fraile para cada cosa y todos llevaban una vida monástica entregada al estudio y a la oración.

Como en todos los monasterios, el fraile que más mandaba era el abad.

Se cuenta que había llegado a oídos del Señor Obispo de aquella región que el abad del monasterio era un poco tonto y no estaba a la altura de su cargo.

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Cuento de los avioncitos de papel

Cuando yo era pequeño, a mi clase venía una niña que era muy bonita. A mí me gustaba mucho. Y creo que yo a ella también, ya que un día cuando entré en clase, encima de la mesa me había dejado un avioncito de papel, al siguiente día, tenía dos, al otro, tres, hasta que llegó un día que tenía todo el pupitre lleno de avioncitos de papel. Y aunque era muy timido, ya no pude aguantarme más y le pregunté

– ¿Por qué me dejas tantos avioncitos de papel?.

Y ella me contestó:

– Porque tú eres mi cielo.
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Aprendiz de Samurai
Hoy era un día feliz para Kan, hoy cumplía 12 años y su padre había prometido concederle el mayor de los tesoros. Una espada de Samurai. Naturalmente no sería una espada de doble diamante como la de su padre, sería una sencilla espada katana. Lo demás habría de ganárselo por si mismo. Era un inmenso honor el que le hacía su padre. A partir de ahora dejaba de ser un niño para convertiste en todo un aprendiz de Samurai. Un brillante futuro se presentaba por delante si estaba dispuesto a aprender y a trabajar. Y kan lo estaba desde lo más profundo de su corazón.

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