Érase una vez una viuda que vivía con su hijo, Aladino. Un día, un misterioso extranjero ofreció al muchacho una moneda de plata a cambio de un pequeño favor y como eran muy pobres aceptó.
-¿Qué tengo que hacer? -preguntó.
-Sígueme – respondió el misterioso extranjero.
Categoría:Cibercuentos, Cuentos Infantiles y Juveniles
Borracha de aceite una lámpara y lanzando una luz poderosa, se jactaba de ser más brillante que el sol. Pero en eso sopló un fuerte viento y se apagó enseguida. Alguien volvió a encenderla y le dijo:
– Ilumina, lámpara, pero cállate: el resplandor de los astros nunca se eclipsa tan fácilmente como el tuyo.
Nunca nos jactemos como si fuera de nuestra propiedad aquello que no depende de nosotros.
Vocabulario:
Se jactaba (de jactarse): alabarse presuntuosamente.