Existe en Cantabria, un hermoso bosque llamado, » El Bosque de Ucieda», lleno de árboles por donde pasa un hermoso y cristalino río, donde el sol brilla con gran fuerza, haciendo que sus rayos se filtren entre los árboles dando al lugar un aspecto mágico.
Una tarde de verano, dos amigas, Marta y María, paseaban alegremente por este bosque, de pronto Marta sintió algo y le dijo a María, » ¿ No sientes como si alguien te estuviera mirando?.
María que era muy miedosa, dando un pequeño salto dijo ¿quién?
Entonces Marta, le dijo: » Pues los duendes del bosque, quien si no! No has oído nunca hablar de eso, veras, te contaré:
» Mi abuelo me ha contado muchas veces que aquí en Cantabria existen muchas leyendas sobre la existencias de duendes y otras criaturas mágicas del bosque. Algunos de ellos son malos, otros son solo traviesos, pero la mayoría son buenos. Te nombraré a alguno de ellos. El TRENTI, que está formado de hojas, musgo y raíces, duerme debajo de los árboles y es muy bromista, le gusta mucho esconderse y tirar de la falda a las chicas, luego escapa, riéndose y dando volteretas. El TENTIRUJO, por ejemplo, es un enano vestido de rojo, con una boina, a quien una hechicera transporta por los aires y lleva donde hay niñas buenas y obedientes, para que este diablejo les de a comer una planta embrujada y se vuelvan desobedientes. También esta el TRASGU, un duende que baja por la chimenea de las casas y esconde las cosas, para que nadie las encuentre, es muy travieso pero no es malo. A ver que piense, también están los VENTOLINES, el TRASTOLILLO, y algunos más. Bueno se me olvidaba, también esta el OJANCANO, este es muy malo, es un gigante, con un solo ojo y barbas y melenas rojas y largas, destroza todo lo que encuentra a su paso y no teme a nadie a excepción de las ANJANAS, porque sabe que si ellas le arrancasen un pelo de sus barbotas moriría sin remedio, es que las ANAJANAS, son las hadas buenas de Cantabria, son pequeñas y graciosas, con un manto de estrellas. Tienen una varita de flores, que brilla cada día con una luz distinta, sale de las fuentes y manantiales, bendice las aguas, los árboles y el ganado, ayuda a los pobres a los que sufren y a los que se extravían por el bosque. Bueno que te parece.»
María estaba entusiasmada, aunque con un poco de miedo, pues tenía la sensación de que alguien le había tirado de la falda, ¿ estaría por allí el TRENTI ?
Tan entusiasmadas estaban las dos con las historias de Marta, que no se habían dado cuenta que ya se había echo de noche y que de tanto andar por el bosque se habían alejado mucho del pueblo. Sin pensárselo dos veces, decidieron que lo mejor era volver a casa, pero se encontraron con un problema, frente a ellas había dos caminos y ninguna de las dos se acordaba de cual era el camino para llegar al pueblo.
María empezó a ponerse muy nerviosa, Marta le tranquilizó y dijo: » Vamos a beber un poco de agua al manantial y allí pensamos que hacer»
Al acercarse al manantial, de pronto una luz brillante lo inundo todo, Marta y María estaban paralizadas no sabían de donde venía esa luz, poco a poco la luz fue iluminando uno de los caminos. Las dos niñas se miraron y comenzaron a caminar por el camino iluminado, poco antes de llegar al pueblo, la luz desapareció.
Entonces Marta y María comprendieron que habían tenido mucha suerte, porque se habían encontrado con una ANJANA que les había protegido y les había guiado hasta casa.
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Hace muchos años, en un país lejano, vivía un princesa muy guapa, llamada Zulema. La fama de su hermosura, se extendió por todos los reinos vecinos, desde donde empezaron a llegar príncipes y caballeros, que querían hacerle su esposa, pero ella las rechazaba a todos.
Un día su padre, el Rey, al ver que su hija no se decidía por ningún príncipe le dijo: » Zulema, hija mía, organizaré un torneo y el vencedor será tu esposo»
La princesa al oír esto se puso muy triste, pues quería a Omar, un apuesto joven que trabajaba en el palacio, el cual también estaba enamorado de la princesa, pero como era pobre no podía aspirar a casarse con ella.
El día del torneo se acercaba. Omar y la princesa no sabían que hacer. Un día Omar le dijo a la princesa: » He tenido un idea, lucharé en el torneo y se venció, tu padre no tendrá mas remedio que concederme tu mano, ¿qué te parece?.»
La princesa al oír esto, vio un rayo de esperanza, Omar era alto y fuerte y sabía luchar, tenía muchas posibilidades de ganar. La princesa le dijo abrazándole: Me parece una idea estupenda, pero ¿cómo te reconoceré?.
«Lo sabrás iré distinto a todos» dijo Omar
Y llego el gran día, todo el pueblo estaba allí, los participantes llegaron en sus preciosos caballos engalanados y sus armaduras relucientes, plata unos y negros otros. Cuando ya el rey iba a dar la orden, para empezar, apareció un jinete vestido con una armadura rojo brillante, pidió al Rey permiso para luchar, este se le concedió y el torneo comenzó.
Los caballeros luchaban y se iban eliminando, solo quedaban ya dos, uno de armadura negra y el caballero de rojo, los dos eran muy buenos no se sabía quien iba a ganar. El corazón de la princesa latía apresuradamente, Omar no podía ser otro que el caballero de rojo.
De pronto un golpe del rojo, dio de lleno al de negro, que cayó de un golpe al suelo.
Todo el pueblo se puso en pie gritando: «¡Vencedor, vencedor!»
La princesa estuvo apunto de desmayarse cuando el caballero inclinándose ante el Rey y su familia, descubrió su rostro, ¡era Omar!. El monarca no se lo podía creer » ¡Tú! » le dijo.
Omar le contesto: » Señor, os pido perdón por mi atrevimiento, pero amo a vuestra hija».
«¿Y tu hija mía ?», pregunto el Rey
«Yo también padre», dijo la princesa.
El rey, miró a los jóvenes y vio que realmente se querían mucho y como conocía a Omar y sabía que era un buen muchacho, dio su consentimiento para que se casaron.
La boda se celebró por todo lo alto, las fiestas duraron meses. Zulema y Omar fueron muy felices y años más tarde, cuando el Rey se retiro, ellos se convirtieron en los Reyes de aquel lejano país, donde gobernaron con bondad, sabiduría y acierto, por lo que fueron siempre muy queridos.
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No hace tanto tiempo, en lugar no muy lejano del que estamos en la actualidad, estaba bien visto cazar dragones; se suponía que los dragones eran malos y por ese motivo había que matarlos, ya que algunos se comían las vacas y las ovejas e incendiaban las casas de los campesinos con su aliento de fuego.
Por ese motivo, llegaban muchos caballeros desde todos los confines de la tierra, con el objetivo de cazar a los dragones y encarcelarlos por sus fechorías. Estos caballeros querían conseguir fama y prestigio con la captura de un gran dragón con el riesgo de morir en el intento.
Había muchos caballeros valientes, pero el caballero Angelote no era de esos; su madre le había mandado a cazar un dragón para poder presumir de hijo ante sus vecinas.
Angelote era un caballero bastante escuchimizado y cobarde; imaginaros lo cobarde que era, que no se atrevía a abrir un yogur por miedo a que tuviera moho.
El caballero Angelote partió en busca de su dragón, al despedirse de su madre tenía puesta la armadura, y del miedo que tenía podía oírsele desde kilómetros a la redonda.
Cabalgó muchas lunas y muchos soles nuestro caballero Angelote, hasta que un buen día o un mal día, de momento no se sabe, encontró una cueva (que es el sitio donde suelen dormir los dragones). Olía fatal, pero Angelote no lo notaba porque tenía un resfriado por la lluvia de la noche anterior.
Entró sigilosamente pero temblando (si hubiese algún dragón, por sordo que estuviese, se tendría que haber despertado).
Oyó unos ronquidos, y dando la vuelta a una columna se encontró de sopetón ante el dragón Kauldrón (había un letrero en el que ponía “Dragón Kauldrón, no despertar”). Era un dragón inmenso, de color rojo intenso, con alas y pinta de tener malas pulgas (también rojas y con alas).
Angelote, al verlo, se desmayó del susto.
Cuando se despertó, Kauldrón también había despertado, por lo que el susto fue doble: se asustaron los dos. Angelote se envalentonó y esgrimió su espada ante Kauldrón, pero la espada pesaba mucho y apenas podía levantarla medio palmo del suelo; Kauldrón se puso en guardia y cogió aire para fulminar con su aliento Angelote; y lo fulminó pero de lo mal que olía.
Ante ese insoportable olor, lo único que pudo hacer Angelote es darle a Kauldrón unos caramelos de menta que le había dado su madre; Kauldrón se zampó todos, y en agradecimiento explicó a Angelote que todos los dragones no eran malos y que la gente no se acercaba a la cueva porque olía muy mal (muchos caballeros se habían desmayado antes de entrar).
Kauldrón ofreció a Angelote su cueva para que le
protegiese de otros caballeros, ya que ahora tenía un aliento mentolado, y los caballeros sin duda acudirían a cazarle.
Angelote accedió ya que no quería volver con su madre y con sus vecinas las “verduleras”.
Y fueron felices y comieron caramelos de menta y alguna vez de clorofila.
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Había una vez un niño que vivía en una casita en la montaña con sus padres, su casita estaba bastante alejada del pueblo, vivían allí por que todo el mundo se reía del niño y los padres decidieron irse lejos del pueblo para que nadie se reirá de él.
El motivo por el que todos los demás se reían era por el aspecto que tenía el niño, pues se trataba de un niño con las cejas muy juntas y mucho pelo, la nariz muy larga y con unos dientes muy grandes que no le dejaban cerrar la boca.
Cuando los demás le veían se dedicaban a insultarle y reírse de él llamándole «Tonto».
Sin embargo, él no era tonto, era muy inteligente y de buen corazón, le gustaban mucho los animales y siempre andaba por el bosque observándoles y cuidando de aquellos que estuvieran heridos. También le gustaba mucho leer, se pasaba casi todo el día leyendo libros. Un día sus papas le regalaron un libro que se titulaba » La vida en el Circo», en este libro se contaban las aventuras que vivían los Trapecistas, los Payasos, los Domadores… Y Bruno que así se llamaba quedo fascinado, le gusto tanto que se pasaba el día soñando con la vida del circo, imaginando como vivirían sus habitantes, sobre todo como sería la vida de un Domador de Circo.
Le gustaba tanto la idea de ser Domador que decidió ir practicando y con la ayuda de sus perritos, comenzó a trabajar.
Paso el tiempo, y de pronto un día algo sorprendente ocurrió. Bruno estaba jugando con sus perritos cuando llego su papá y muy contento le dijo: » Te traigo una buena noticia, algo que se que te gustará mucho, ha llegado al pueblo un CIRCO. Bruno no se lo podía creer, porque a aquel pueblo nunca había ido un circo, se puso a saltar de alegría, pero de pronto se quedo muy triste, porque sabía que se bajaba al pueblo todos se iban a reír de él. Sin embargo tantas eran sus ganas de ver el circo que decidió que sería valiente y que aunque se reirán de él, no les iba a hacer caso.
Así que al día siguiente bajo al pueblo con sus papas y con gran entusiasmo observó como empezaba la función.
Bruno, casi no respiraba de la emoción, los Trapecistas volaban en lo alto, de pronto parecía que se iban a caer, pero enseguida volvían a subir otra vez hasta lo más alto y todos aplaudían contentos de que no les hubiera pasado nada, los Malabaristas hacían unas piruetas increíbles y los Payasos eran estupendos y muy graciosos, todo el mundo se reía con ellos. La función iba a terminar y Bruno se dio cuanta de que en aquel circo no había Domador, entonces en un ataque de valentía salto al centro de la pista y la pidió al director del Circo que le dejara actuar a él como domador. El director que era un hombre muy bueno, le dejo. Bruno llamo a sus perritos y estos enseguida corrieron a su lado, la gente estaba muy sorprendida y todos empezaron a reírse diciendo: » Pero que hace, si es el tonto que vive en la montaña». Bruno decidió no hacer caso y seguir adelante con su número. La música empezó a tocar y Bruno comenzó a dirigir a sus perritos, los perritos a las ordenes de Bruno saltaban, daban vueltas y pasaban por un aro.
Toda la gente que esta viéndole, se quedaron con la boca abierta y se dieron cuenta de que era un gran chico y todos se sintieron culpables por haberle tratado tan mal.
Cuando termino de actuar todos se pusieron de pie aplaudiendo y gritando: » BRAVO, BRAVO!!!!». Sus papas muy contentos corrieron a abrazarle.
En aquel pueblo desde entonces nunca más se volvió a discriminar a nadie, ni a reírse de alguien porque fuera diferente, la gente del pueblo se dio cuenta de que todos somos especiales y diferentes y que debemos acertar a todos las personas.
Bruno y su familia se quedaron a vivir en el pueblo, donde todos los querían y donde Bruno hizo un montón de amigos. Pasados unos años, pudo ver su sueño hecho realidad, comenzó a trabajar en un circo como Domador y se hizo muy famoso.
FIN
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Érase un día un rey muy malo. El rey era tan malo que ese mismo día vino un duende y le dijo: «Si sigues tan malo yo mismo te haré un burro». El rey se puso nervioso, se lo dijo a su mujer y a su hija. Al otro día vino otra vez el duende y un amigo suyo y también con un montón de seres malos. La familia estaba muy nerviosa tan nerviosa que un poco mas y se desmayan.
El rey era todavía mas malo de lo que era. Y el solo cambió de repente, y entonces ya era bueno con todos.
FIN
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Érase una vez una vaca llamada Solfin que tenia un dueño llamado Estín que era famoso y millonario y ese dueño tenia 3 vacas más, 1 perro y 3 patos. Un día llego un hombre que vendía animales y le compro 5 patos que, así ya tendría 8, también le compró 2 vacas y así ya tendría 5 vacas, y 2 perros y así ya tendría 3 perro. Con el tiempo Estín se hizo una granja y en vez de comprar vendía.
Entonces un día llegó un gran camión de ganado que venía a comprarle animales. Estín vendió 10 vacas, 5 perros y 20 patos. Él solo se quedó con 12 vacas, 6 perros y 30 patos. Estín tenia una mujer que tenia 5 gatos que se llamaban el más grande Fli, el que le sigue Flo, el otro Tren, el otro Ili y el menor de todos Erviji.
Pero un día se le murió Tren el gato y Estín le compró uno igualito que el otro y también le puso Tren, y Solfin, la vaca, sintió tanto la muerte de su amigo Tren que a los dos días se murió ella también.
Al camión de ganado, que le vendió las 5 vacas, le compro 1 vaca, también le compro 10 patos y 1 perro.
Estín y su mujer vivieron juntos toda la vida con su granja y sus gatos y todos fueron felices y comieron perdices.
FIN
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Érase una vez una princesita muy fea y toda la gente le decía ¡fea , fea! . Y la princesita lloraba siempre que le decían fea. Un día el padre le dijo a la gente del pueblo:»como le digáis cosas a mi hija fea, os castigaré a todos».
Un día la princesita estaba durmiendo y de repente apareció una hada mágica y cuando apareció la hada la princesita se despertó y se asustó y la hada le dijo: «no te asustes, yo quiero que la gente cuando te mire vea tu corazón, para que la gente no te diga fea».
Al día siguiente la gente le decía guapa, te quieres casar conmigo. Así termina la historia.
FIN
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Érase una vez un gato que se sentía muy solo. Se llama Misi y lo abandonaron. Era blanco como la nieve, veloz como un lince. Un día dos alas le crecieron y EL GATO ALADO le llamaban, mientras sus anteriores amos clemencia y perdón le suplicaban.
FIN
Escrito por Habiba Sadok
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Érase una vez un oso llamado Coliso, que tenia 123456385 años. Pero no era viejo era un niño. No conocía a nadie porque no había salido nunca de su casa.
Un día salió y otro oso le preguntó:»¿cuantos años tienes?» Y el osito, Coliso, le respondió: «yo tengo 123456385,¿y tú? «El otro oso le contestó: «¿Yo?.Yo tengo 6 ¿como no estás muerto ya?». Y Coliso le dijo: «yo, no se.»
Coliso le dijo:»¿ te cuento un secreto?. Y dijo: «sí». Coliso le contó que él era un hijo de un hada y su padre era un mago, y que por eso él era inmortal por eso el podía vivir miles y miles de años y le contó una historia de su vida…
Cuando terminó le dijo que si quería ser su amigo y le dijo que sí … Coliso empezó a ir a la escuela y tuvo muchos amigos y el oso y su familia fueron felices y comieron pollos asados. Colorin colorado este cuento se a acabado……..
FIN POR FIN.
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Había una vez en un gran bosque, con árboles enormes y grandes ríos, un osito a quien le gustaba jugar, correr, hacer travesuras y sobre todo acercarse a las casas de los humanos y comer de los basureros, un buen día: enfermó y sus papás se preocuparon mucho al ver que su hijito no mejoraba, así que lo llevaron con los grandes osos, los mas sabios del bosque, y ahí explicaron que su hijo ya no quería comer y le dolía mucho el estomago Los grandes osos hablaron así: Su osito esta así porque va a los basureros de los humanos a comer basura teniendo comida sana dentro de los ríos con solo pescar y si sigue así nunca va a mejorar, el papá oso le echó la culpa a la mamá osa, y la mamá le hecho la culpa al papá, así que los grandes osos exclamaron ¡basta de culparse entre si, los dos tienen la culpa por no enseñar a su hijo a comer sanamente y permitir por su propia comodidad que el osito haga lo que quiere. los papás del enfermo quedaron muy apenados y reconocieron su culpa.
Llevaron a su hijito al río y le ensañaron a pescar y al comer debidamente, el osito sanó.
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