Un hombre se detuvo cerca de un jardinero que trabajaba con sus legumbres, preguntándole por qué las legumbres silvestres crecían fuertes y vigorosas, y las cultivadas flojas y desnutridas.
-Porque la tierra-repuso el jardinero-, para unos es dedicada madre y para otros descuidada madrastra.
Del interés que se ponga en un asunto, así se desarrollará y así será el fruto que se recoja.
Categoría:Cibercuentos, Fábulas sobre la Responsabilidad
En el campo de un labriego había un árbol estéril que únicamente servía de refugio a los gorriones y a las cigarras ruidosas.
El labrador, viendo su esterilidad, se dispuso a abatirlo y descargó contra él su hacha.
Le suplicaron los gorriones y las cigarras que no abatiera su asilo, para que en él pudieran cantar y agradarle a él mismo. Más sin hacerles caso, le asestó un segundo golpe, luego un tercero. Rajado el árbol, vio un panal de abejas y probó y gustó su miel, con lo que arrojó el hacha, honrando y cuidando desde entonces el árbol con gran esmero, como si fuera sagrado.
Mucha gente hay que hace un bien sólo si de él recoge beneficio, no por amor y respeto a lo que es justo. Haz el bien por el bien mismo, no porque de él vayas a sacar provecho.
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Viajaban unas gentes para cierto asunto, cuando encontraron a un cuervo que había perdido un ojo. Volvieron hacia el cuervo sus miradas, y uno de los viandantes aconsejó el regreso, pues en su opinión hacerlo era lo que aconsejaba el presagio. Pero otro de los caminantes tomó la palabra y dijo:
– ¿Cómo podría este cuervo predecimos el Futuro si él mismo no ha podido prever, para evitarlo, la pérdida de su ojo?
Quien no puede cuidar de sí mismo, menos indicado está para aconsejar al prójimo.
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Etiqueta ayuda, cuervo, esopo, fabula, infantil, juvenil, responsabilidad, valores, viandantes
Se hallaban en continua guerra los ratones y las comadrejas. Los ratones, que siempre eran vencidos, se reunieron en asamblea, y pensando que era por falta de jefes que siempre perdían, nombraron a varios estrategas. Los nuevos jefes recién elegidos, queriendo deslumbrar y distinguirse de los soldados rasos, se hicieron una especie de cuernos y se los sujetaron firmemente.
Vino la siguiente gran batalla, y como siempre, el ejército de los ratones llevó las de perder. Entonces todos los ratones huyeron a sus agujeros, y los jefes, no pudiendo entrar a causa de sus cuernos, fueron apresados y devorados.
Cuando adquieras puestos de alto nivel, no te vanaglories, pues mucho mayor que la apariencia del puesto, es la responsabilidad de cumplir lo encomendado.
Vocabulario:
Estratega: personas que utilizan estrategias. Rasos: sencillos. Vanaglories (de vanagloriar): humillarse.
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Un hábil gato hacía tal matanza de ratones, que apenas veía uno, era cena servida. Los pocos que quedaban, sin valor para salir de su agujero, se conformaban con su hambre. Para ellos, ése no era un gato, era un diablo carnicero. Una noche en que el gato partió a los tejados en busca de su amor, los ratones hicieron una reunión sobre su problema más urgente.
Desde el principio, el ratón más anciano, sabio y prudente, sostuvo que de alguna manera, tarde o temprano, había que idear un medio, de modo que siempre avisara la presencia del gato y pudieran ellos esconderse a tiempo. Efectivamente, ese era el remedio y no había otro. Todos fueron de la misma opinión, y nada les pareció más indicado.
Uno de los asistentes propuso ponerle un cascabel al cuello del gato, lo que les entusiasmó muchísimo y decían sería una excelente solución. Sólo se presentó una dificultad: quién le ponía el cascabel al gato.
– ¡Yo no, no soy tonto, no voy!
– ¡Ah, yo no sé cómo hacerlo!
En fin, terminó la reunión sin adoptar ningún acuerdo.
Nunca busques soluciones imposibles de realizar.
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Arrastraban unos bueyes una carreta cuyo eje chirriaba ruidosamente. Se volvieron aquellos a la carreta diciendo:
– Oye amiga, somos nosotros quienes llevamos la carga, ¿y eres tú quien se queja?
En la vida encontrarás a muchos que se fingen cansados de ver trabajar a otros.
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Estaba una zorra con mucha hambre, y al ver colgando de una parra unos deliciosos racimos de uvas, quiso atraparlos con su boca.
Mas no pudiendo alcanzarlos, se alejó diciéndose:
– ¡Ni me agradan, están tan verdes…!
Nunca traslades la culpa a los demás de lo que no eres capaz de alcanzar.
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Se encontraba una higuera a la orilla de un camino, y una zorra vio junto a ella una serpiente dormida.
Envidiando aquel cuerpo tan largo, y pensando en que podría igualarlo, se echó la zorra a tierra al lado de la serpiente e intentó estirarse cuanto pudo. Tanto esfuerzo hizo, hasta que al fin, por vanidosa, se reventó.
No imites a los más grandes, si aún no tienes las condiciones para hacerlo.
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Penetró una zorra en un rebaño de corderos, y arrimando a su pecho a un pequeño corderillo, fingió acariciarle.
Llegó un perro de los que cuidaban el rebaño y le preguntó:
-¿Qué estás haciendo?
– Le acaricio y juego con él -contestó con cara de inocencia-.
-¡Pues suéltalo enseguida, si no quieres conocer mis mejores caricias!
Al que no está preparado lo delatan sus actos.
Estudia y aprende con gusto y tendrás éxito en tu vida.
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Una zorra estaba siendo perseguida por unos cazadores cuando llegó al sitio de un leñador y le suplicó que la escondiera. El hombre le aconsejó que ingresara a su cabaña.
Casi de inmediato llegaron los cazadores, y le preguntaron al leñador si había visto a la zorra.
El leñador, con la voz les dijo que no, pero con su mano disimuladamente señalaba la cabaña donde se había escondido.
Los cazadores no comprendieron las señas de la mano y se confiaron únicamente de lo dicho con la palabra.
La zorra al verlos marcharse, salió sin decir nada.
Le reprochó el leñador por qué a pesar de haberla salvado, no le daba las gracias, a lo que la zorra respondió:
– Te hubiera dado las gracias si tus manos y tu boca hubieran dicho lo mismo.
No niegues con tus actos, lo que pregonas con tus palabras.
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