Varios jóvenes, jugando cerca de un estanque, vieron un grupo de ranas en el agua y comenzaron a apedrearlas. Habían matado a varias, cuando una de las ranas, sacando su cabeza gritó:
– Por favor, paren muchachos, que lo que es diversión para ustedes, es muerte y tristeza para nosotras.
Antes de tomar una acción que creas que te beneficia, ve primero que no perjudique a otros.
Se hallaban dos jóvenes comprando carne en el mismo establecimiento. Viendo ocupado al carnicero en otro sitio, uno de los muchachos robó unos restos y los arrojó en el bolsillo del otro. Al volverse el carnicero y notar la falta de los trozos, acusó a los dos muchachos. Pero el que los había cogido juró que no los tenía, y el que los tenía juró que no los había cogido. Comprendiendo su argucia, les dijo el carnicero:
-Podéis escapar de mí por un falso juramento, pero no escaparéis ante los dioses.
Los falsos juramentos no dejan de serlo aunque se disfracen de verdad y tus remordimientos te seguirán.
Categoría:Cibercuentos, Fábulas sobre la Honestidad