Érase una vez una ranita. Todos la llamaban la Ranita «CROAC-CROAC». Se pasaba las horas y las horas croando sin parar. Tomaba el sol en lo alto de una roca en medio de un riachuelo, era su isla. Los peces le decían :
-Ranita deja de cantar que si no nos caza el pescador.
Pero la ranita seguía cantando y cantando. También le decía el pescador:
-Verás como al final la ranita cantarina me espanta los peces.
Pero ella seguía y seguía croando encima de su roca. Por el riachuelo también había dos patos blancos, iban y venían por las orillas buscando, entre los juncos, saltamontes saltarines…»ranita, ranita callaté», decían una y otra vez, temerosos de que el croac croac de la ranita terminara por espantar a los saltamontes.
Aunque la mañana era soleada, por el cielo azul comenzaron a navegar unas gordas y oscuras nubes… y, de repente comenzaron a caer gotitas de agua, cada vez con mas intensidad, hasta que el sol se escondió en una cueva de nubes y la lluvia caía como una cortina transparente…La ranita continuaba en lo alto de su roca…y no paraba de cantar.
Los pececillos ante aquella inesperada lluvia se refugiaron en el fondo del riachuelo… para no mojarse… los patos, meneando su colita se refugiaron debajo de un puente cercano, temerosos de despeinar su blanco plumaje… y el pescador, recogió su sedal, sus anzuelos y su caña y de una carrera se marchó a su casa. La ranita continuó en su isla, cantaba y cantaba con su croa-croac-croac.. y otra vez croac-croac-croac…
Las nubes oscuras se tornaban blancas…y la cortina de lluvia despareció…el cielo volvió a ser azul celeste como la flor del romero… ¿Y sabéis que ocurrió?, pues que después de la lluvia apareció el Arco Iris, majestuoso como un príncipe vestido de siete colores, ocupaba todo el cielo, brillaba como las luciérnagas en las noches de verano…el Arco Iris sonrió a la ranita y no le dijo que se callara…la ranita lo miró y le guiñó un ojo… El Arco Iris era grande y redondo…y los pececillos no lo vieron porque estaban sumergidos en fondo del riachuelo, los patos tampoco lo vieron, estaban bajo el puente… y el pescador tampoco pudo disfrutar de tanto color porque se marchó a su casa. Solo la Ranita Croac-Croac lo pudo ver y disfrutar porque siguió en su roca en medio del riachuelo cantando y cantando.
con especial cariño a su padre
Categoría:Cibercuentos, Cuentos Infantiles y Juveniles
Érase una vez una bruja hechicera muy malvadaque vivía en una casa ella sola alejada del pueblo en lo profundo del bosque donde allí día tras día ella vivía tranquila y recogiendo plantas y animales para hacer sus misteriosas pócimas, la gente la tenia mucho miedo porque sabia que era bruja y era muy mala y que practicaba con magia negra y otras cosas y se sabia muy poco de ella pues siempre había vivido ella sola ahí en esa casa en lo profundo del bosque y lo poco que se sabia era de oídas, así pasaba el tiempo hasta que un día un hombre de la villa cercana aquel bosque se fue a dar un paseo por el bosque, pero ese día quiso adentrarse mucho mas en el bosque hasta sitios donde no había estado anteriormente por simple curiosidad, este hombre no sabia de la existencia de aquella vieja bruja que habitaba en lo profundo de aquel bosque, con lo cual el se adentro mas y más, asegurándose de cuando en cuando por donde había venido para después volver, entre esto que se le hizo tarde y empezó a atardecer, era otoño y ya el cielo estaba algo gris y tanto se adentro que con la oscuridad y la profundidad del bosque no se acordaba ya por donde había venido con lo cual empezó a dar vueltas y vueltas con tan mala suerte que en vez de ir hacia su pueblo se adentraba cada vez mas y mas en aquel profundo bosque, era la noche y el hombre estaba asustado pues no sabia que hacer no daba con ninguna salida ni camino, en esto que vio una luz a lo lejos y decidió ir hacia a ella, pues allí probablemente habría alguna casa o caserío donde habría alguien que le podría indicar alguna salida de aquel bosque, a medida que se acercaba vio que esa luz venia de una casa, y como estaba perdido fue allí a preguntar como se iba hacia su pueblo o alguna otra villa donde le pudieran indicar el camino de vuelta.
Llamo a la puerta y pareciese que no hubiera nadie, nadie le abrió. El hombre volvió a insistir y llamo por segunda vez y tercera vez, ya desesperado se iba a marchar pensando que aquella casa probablemente estuviera abandonada o no estuviesen los dueños por lo antigua y cochambrosa, pero se dio la vuelta para marcharse y entonces oyó una voz que dijo:»ya voy»,y una mujer anciana y misteriosa que era la bruja hechicera ni mas ni menos le abrió la puerta y le dijo:»pasa joven»,a esto el hombre se quedo un poco asustado tanto por el miedo que daba la anciana y decepcionado porque pensó que aquella anciana no le podría indicar el camino de vuelta pese a sus años, el hombre la dijo vera es que me perdido y querría saber como se vuelve hacia la villa, y le dijo la anciana:»tu pasa, pasa no te preocupes que yo te diré «y entonces el hombre paso pues no le quedaba otro remedio y esperando que aquella mujer le indicara el camino de vuelta paso a aquella antigua y misteriosa casa que solo con verla desde fuera metía miedo, y pasaron al salón de la casa donde la mujer le saco unos dulces y unas pastas y le dijo que comiera algo y estuvo conversando con el pues la mujer a pesar de todo se sentía sola y que alguien pasara por aquellos lugares era muy raro y aprovecho la ocasión, al hombre todo aquello le pareció muy bien en un principio porque además tenia mucha hambre pues llevaba caminando toda la tarde por el bosque sin probar bocado y la hospitalidad de aquella anciana le gratifico mucho, pero el quería irse a su casa y insistió una vez mas en si sabia como volver a la villa y la bruja anciana otra vez mas pareció hacerse la sorda y le cambio de tema diciéndole que si el creía en supersticiones y en la magia. A aquello el hombre la respondió que no creía y que todo aquello le parecía cosa del diablo, a lo que contesto la vieja que para nada que era un tema muy interesante y que ella misma practicaba y hacia pociones y hechizos, a lo que el hombre se estaba quedando blanco por momentos pues esos temas le daban mucho miedo, entonces le pidió que porque no probaba una de sus pociones para ver si realmente funcionaban y a cambio ella le diría el camino de vuelta, y puesto que el hombre tenia muchas ganas de llegar a su casa ya por fin, accedió al trato de la vieja bruja.
Entonces le hizo pasar a un cuarto que había al fondo de la casa donde ella preparaba sus pócimas y brebajes y le pidió que se sentara, a esto el hombre dijo que, que clase de pócima le iba a dar, y la vieja tranquilizándole le dijo que solo era una pócima para el rejuvenecimiento y que si se la tomaba se sentiría mucho mas joven y atractivo a lo cual el hombre encantado accedió a tomarla, lo que en realidad no sabia aquel hombre es que la vieja bruja experimentaba con otras cosas, con magia negra, ella ansiaba conseguir transformar a un ser humano en un ser mitad humano, mitad planta o mitad humano, mitad animal, en este caso pensó darle aquel hombre la pócima de mita humano, mitad planta haber que pasaba y según los cálculos y libros que se había leído de antiguas brujas que habían conseguido obrar aquel horrible hechizo el hombre tendría que mutar de tan horrible forma que le saldrían hojas por todo el cuerpo y raíces por lo que quedaría así por los restos a no ser que se hiciera un contrahechizo para liberarle de aquel hechizo mitad hombre, mitad planta, el hombre se lo bebió mientras la mujer conjuraba unas palabras de un libro que saco de la vieja estantería del fondo un libro lleno de polvo muy viejo y antiguo en el cual se daban cita a manifestaciones a antiguos demonios y mientras el se lo bebía ella iba pronunciando frases raras que el hombre no entendía pero no le dio demasiada importancia y pensó que formaría parte del ritual y una vez acabado el hechizo el hombre se empezó a poner algo mal y la vieja le dijo que no se preocupara que eso solía pasar pues ella ya lo había practicado antes a otras personas y eran meros efectos secundarios sin importancia, la anciana mujer acompaño al hombre a la puerta y le indico como se volvía a la villa pues ella se conocía como la palma de su mano aquellos lugares, y la anciana con una sonrisa malvada todo el tiempo se despidió de él, ella estaba ansiosa de ver los efectos, por lo cual le siguió a escondidas, el hombre empezaba a tener fuertes sudoraciones y picores, ya le estaban empezando a salir manchas verdes en la piel la malvada anciana se regodeaba en su maldad al ver que el hechizo daba sus frutos espiándole desde entre los arbustos, seguía el camino y el hombre estaba nerviosismo no para de rascarse y la vieja sabia que los efectos eran rápidos y no tardarían en salirle las hojas, en efecto le empezaron a salir hojas de las costras y pústulas de aquel picor que tenia y el hombre se fue corriendo gritando totalmente angustiado por tan horrible suceso, la anciana se volvió para la cabaña con su sonrisa malvada y contenta al ver que su hechizo era real y daba sus frutos.
El hombre siguió corriendo ya sin saber a donde pues incluso de los nervios se había vuelto a desorientar adentrándose a lo mas profundo de aquel bosque y allí estuvo vagando horrorizado viendo como cada vez le salían mas hojas y ya alguna raíz que otra, y maldiciendo aquella vieja bruja hechicera que le había transformado en un monstruo, el hombre desesperado daba tumbos de un lad
o a otro sin saber a donde corría pidiendo auxilio pero desgraciadamente allí nadie lo oía, pasaron las horas y ya estaba casi completamente cubierto de hojas por todo el cuerpo; el hombre decidió que no quería ir así a la villa y que todo el mundo se espantase de él, con lo que aprendió a vivir allí entre esa naturaleza tan hostil alimentándose de frutos y vainas y permaneciendo allí como si de un animal de la fauna mas se tratase, se fue haciendo huraño y ya solo quería estar en aquel bosque pues pensaba que jamás habría una cura para su horrible monstruosidad, una cura para aquel hechizo que aquella vieja bruja le practico y la gente no lo aceptaría como tal y lo quemaría en la hoguera por monstruo o por demonio.
Paso el tiempo y gente que se adentraba en aquel bosque les pareció ver un hombre de aspecto verdoso con hojas por todo su cuerpo entre los árboles y arbustos y corrieron atemorizados, con lo que en mucho tiempo nadie se atrevió a adentrarse en lo profundo de aquel bosque por la leyenda del hombre hoja.
Y así es como surge la leyenda del hombre hoja dicho ser visto por muchos habitantes de aquella y otras villas y formar parte de las leyendas y seres fabulosos de aquella época.
Pero la historia continua….
De nuestro compañero David – 20 años
Y así termina la historia del hombre hoja y el hombre jamás olvidaría aquella experiencia desde entonces creyendo en aquellas cosas y procurando no volverse adentrar en aquel bosque.
Un día, mientras estaba jugando con unas algas en el fondo del mar, sus amigos los otros delfines se fueron persiguiendo a unos pececillos y ya no volvieron, así que Graciano ya no tenía amigos delfines con los que nadar, aunque era amigo de otros animales, como la medusa Aurelia, que era blanca y transparente y flotaba graciosamente en el agua, y la tortuga Presurosa, que era muy vieja y sabía un montón de cosas.
Un día la medusa Aurelia se acercó a Graciano rápidamente y le dijo:- ¡Cuidado, Graciano! He visto a unos tiburones que vienen hacia aquí. Son malos y están persiguiendo a unos atunes para comérselos. Yo voy a alejarme de prisa, y te recomiendo que hagas lo mismo – y dicho esto, salió nadando con sus largos filamentos.
Pero el delfín no tenía miedo de los tiburones, y sí curiosidad por saber qué era lo que estaban haciendo. Porque habéis de saber que los delfines son los únicos animales marinos que se atreven a enfrentarse con los tiburones: porque si los tiburones tienen dientes muy afilados y pueden ser de gran tamaño, los delfines son muy fuertes y saben embestir valientemente con su cabeza. Por éso se quedó para ver qué pasaba. Y así fue como vio venir a varios tiburones detrás de una bandada de atunes, que son unos peces muy gordos y sabrosos.
Como los tiburones son muy fieros, a veces persiguen a otros peces aunque no tengan hambre, y era esto lo que pasaba: que se comían a los atunes sin ganas. Esto no gustó nada a Graciano, que pensaba que sólo debían cazarse los peces que hiciera falta para comer, y así se lo dijo al tiburón que parecía el jefe:- ¡Eh, tiburón! Sois unos abusones: ¿por qué no dejáis en paz a los atunes si ya habéis comido lo suficiente?
Y el que parecía el jefe le respondió: Tú no te metas, delfín. Haremos lo que queramos. ¿O es que nos lo vas a impedir?
A Graciano no le gustó nada esta respuesta y le dijo: Pues ahora verás.
Y tomando impulso dio un fortísimo cabezazo al tiburón. Antes de que pudiera reponerse, ya le había dado otro cabezazo. El tiburón se escabullía e intentaba morder al delfín, pero todavía recibió más golpes, hasta que se dio por vencido y por fin dijo: ¡Vámonos de aquí!
Pero antes dio a traición una dentellada al delfín y le hizo una herida debajo de la aleta.
Graciano estaba contento porque había puesto en fuga a los tiburones, pero le dolía la herida y decidió consultar con su amiga la tortuga Presurosa.
– Lo mejor que puedes hacer –le dijo la tortuga– es salir a la superficie y dejar que el sol y el viento sequen la herida. Hay cerca de aquí una isla que tiene una playa muy agradable: si vas a ella y te estás quieto, en unos pocos días te pondrás mejor.
Y así lo hizo. Nadó despacito hasta aquella isla y se tendió en la arena dorada a recibir la caricia de la brisa y del sol. Así estuvo un buen rato, cuando de pronto, creyó oir:- Eh, delfín, delfín…
Graciano no sabía de dónde salía la vocecilla que le llamaba, hasta que oyó:
– Delfín, soy yo, la palmera…
Y es que había una palmera de grandes hojas mecidas por el viento, que le estaba hablando.
– Vaya, palmera, perdona que no te contestara. No sabía que eras tú la que llamaba: yo pensaba que los árboles no hablaban.
– Claro que hablamos… Pero para oírnos hay que saber escuchar. Mira, delfín, creo que te puedo ayudar. En esta isla hay un acuario con muchos peces, focas y delfines. El dueño del acuario viene por las tardes a pasear por esta playa: es una buena persona y si te ve seguro que te lleva para que te curen esa pequeña herida. Lo que tienes que hacer es sólo estar aquí muy quietecito.
A Graciano le gustó aquello. Si había delfines en el acuario a lo mejor podía hacer amigos y además allí le ayudarían a que se curara. Así que hizo caso de lo que la palmera le decía y se estuvo muy quietecito.
Y así fue como, al caer la tarde, vio venir a un señor con una niña de la mano. Cuando se acercaron, la niña dijo:
– ¡Mira, papá! Un delfín en la arena… ¡Qué bonito es! Pero mira, parece que tiene una herida…
El hombre se acercó y examinó a Graciano, que tenía un ojo cerrado pero el otro medio abierto para ver lo que estaba pasando. Dijo:
– Vamos a llevarlo al acuario para curarlo. A lo mejor quiere quedarse a vivir con nosotros.
Y llamó a una furgoneta-ambulancia. Allí metieron a Graciano y se fueron todos a la enfermería del acuario. El delfín estaba agradecido a la palmera, y al irse le dijo adiós con la aleta.
En el acuario conoció a muchos animales y vivió contento porque tenía amigos delfines con los que jugar. Todos los señores del acuario conocieron su nombre porque se lo había dicho en el lenguaje de los delfines a la niña, que sabía entenderlo. De vez en cuando, se escapaba a ver a sus antiguos amigos, la tortuga Presurosa y la medusa Aurelia, y al volver pasaba a saludar a la palmera.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
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Había una vez, en un pequeño poblado, donde todavía se suele ver casas construidas de piedra, lodo o madera; se llega a observar la extrema pobreza, en la cual viven muchos niños que no tiene la oportunidad de estudiar o de jugar, debido a que tiene que ayudar a sus padres en todo lo que puedan, sin importar su corta edad. Desde el centro del poblado, se puede observar su hermoso parque, en el cual se encuentra un kiosco, rodeado de una diversidad de flores de diferentes colores, aromas y formas. En este pequeño lugar, se suele concentrar cierta parte de la población, niños muy pequeños que apenas se están enseñando a caminar, hasta jóvenes de aproximadamente unos 25 años de edad. Los niños más pequeños van a jugar a las escondideras, correteadas o andar con su bicicleta, dando vueltas y vueltas muchas veces hasta cansarse. Muy pocos de estos suelen ir acompañados por sus papás. Los jóvenes se reúnen a platicar con sus amigos, otros más ocupan esos lugares para ir a beber alcohol o a fumar, sin importarles quienes más vayan a este lugar.
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