Categoría:Cibercuentos, Cuentos Infantiles y Juveniles
La pequeña chiquilla estaba en su cama y proyectaba siluetas con las manitas en la pared, pues la Luna iluminaba como una lámpara. Reinaba un profundo silencio en la habitación y las personas mayores de la casa creían todas que la pequeña chiquilla dormía hacía ya rato. Y, en verdad, no hubieran sabido tampoco que estaba todavía despierta, a no ser por un pequeño ratoncito que, al hacer su paseo nocturno, dio con la naricilla en una migaja de chocolate.
Al norte de la ciudad vivía una niña llamada Jessica; Jessi como la llamaban sus amigos; ella con tan solo trece años se caracterizaba por ser muy intrépida y aventurera, vivía con sus padres y su pequeña hermana en una mediana y confortable casa, y sus mejores amigas eran Nicol y Hortensia.
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Ya le he robado a papá daga y pistolas; ya estoy armado y listo; y me voy a robar y matar gente, y nunca más (¡ten presente!) verás a Michín desde hoy».
Yéndose al monte, encontró a un gallo por el camino, y dijo: «A ver qué tal tino para matar tengo yo».
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En un país muy lejos de aquí, había una vez un rey ciego que tenía tres hijos. Lo habían visto los médicos de todo el mundo, pero ninguno pudo devolverle la vista. Un día pidió que lo sentaran a la puerta de su palacio a que le diera el sol. El sintió que pasaba un hombre apoyado en un bordón, quien se detuvo y le dijo:
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La chabola estaba hecha de ladrillos viejos y maderas, con el techo de aluminio y las ventanas de plástico.
Sentados en la puerta, unos niños de corta edad, el pequeño apenas balbuceaba dos palabras nada más.
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¡TOC TOC TOC! ¡TOC TOC TOC!
-¿Quién es?- preguntó la hormiga negra asomándose por la ventana de su casa.
-¡Soy yo, Pico el cartero! ¡Te traigo una carta que te manda la mariposa azul!
-¿Una carta? ¿Y qué dice? Leéla Pico, por favor, yo no puedo, porque ayer se me rompieron los anteojos .