10
Feb.2009
Asomaba la cabecita, desde su casita en el tronco del árbol., un búho con una carita muy divertida.
Trabajaba durante la noche dando las horas como si fuera un reloj para que los animalitos del bosque supieran que hora era en cada momento.
Su gran ilusión era salir de su casa durante el día, pero sus ojitos no veían bien y tenía que conformarse con salir de noche y abrir sus grandes ojazos que brillaban en la oscuridad.
Siempre me dicen que soy afortunado por tener esos ojos tan grandotes, decía: el búho.
Pero no saben, añadía , que aunque son tan llamativos, no veo las cosas tan claras y lindas como la gente las ve.
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Categoría:Cibercuentos, Cuentos Infantiles y Juveniles