27
Dic.2008
Era una tibia madrugada de diciembre. El sol se disparaba contra los ventanales del viejo edificio de la Calle Real. Estrellitas de colores chispeaban sobre el dorado rostro de Frasquito, el antiguo ascensor de elegantes rejas y rectangular ojo de vidrio.
Como todas las mañanas, don Juan abrió el sobretodo metálico del elevador:
– Buenos días –dijo el anciano celador.
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Categoría:Cibercuentos, Cuentos infantiles de Navidad