23
Ago.2009
Dicen que así le sucedio a un flojo, tan flojo, que hasta pararse le daba flojera. Si estaba sentado junto a la ceniza, la revolvía. Su madre le decía:
—Aunque sea ve por leña, levántate, trae un viaje de leña, ¿por qué no te dan ganas de trabajar?
—¿Y para qué quieren que trabaje?
—Pues para que tengas dinero.