Delfines y ballenas libraban entre sí una batalla. Como la lucha se prolongaba con encarnizamiento, una caballa (que es un pez pequeño) salió a la superficie y quiso reconciliarlos. Pero un delfín tomó la palabra y dijo:
– Nos humilla menos combatirnos y morir los unos por los otros, que tenerte a ti por mediador.
Hay personas sin valor alguno, que en épocas de confusión, se llegan a creer grandiosos.
Vocabulario:
Encarnizamiento: furia, rabia.
Disputaban otro día la zorra y la pantera acerca de su belleza.
La pantera alababa muy especialmente los especiales pintados de su piel.
Replicó entonces la zorra diciendo:
– ¡Mucho más hermosa me considero yo, no por las apariencias de mi cuerpo, sino más bien por mi espíritu!
Las cualidades del espíritu son preferibles a las del cuerpo.
Reprochaba una zorra a una leona el hecho de que siempre sólo pariese a un pequeñuelo. Y le contestó la leona:
– Sí, uno solo, tienes razón, ¡pero un señor león!
No midas el valor de las cosas por su cantidad, sino por su virtud.
Cansadas las ranas del propio desorden y anarquía en que vivían, mandaron una delegación a Zeus para que les enviara un rey.
Zeus, atendiendo su petición, les envió un grueso leño a su charca.
Se reunieron un día las zorras a orillas del río Meandro con el fin de calmar su sed; pero el río estaba muy turbulento, y aunque se estimulaban unas a otras, ninguna se atrevía a ingresar al río de primera.
Al fin una de ellas habló, y queriendo humillar a las demás, se burlaba de su cobardía presumiendo ser ella la más valiente. Así, saltó al agua atrevida e imprudentemente. Pero la fuerte corriente la arrastró al centro del río, y las compañeras, siguiéndola desde la orilla le gritaban:
– ¡No nos dejes hermana, vuelve y dinos cómo podremos beber agua sin peligro!
Pero la imprudente, arrastrada sin remedio alguno, y tratando de ocultar su cercana muerte, contestó:
– Ahora llevo un mensaje para Mileto; cuando vuelva les enseñaré cómo.
Por lo general, los fanfarrones siempre están al alcance del peligro.
De un panal se derramó su deliciosa miel, y las moscas acudieron ansiosas a devorarla. Y era tan dulce que no podían dejarla.
ero sus patas se fueron prendiendo en la miel y no pudieron alzar el vuelo de nuevo. Ya a punto de ahogarse en su tesoro, exclamaron:
– ¡Nos morimos, desgraciadas nosotras, por quererlo tomar todo en un instante de placer!
Toma siempre las cosas más bellas de tu vida con serenidad, poco a poco, para que las disfrutes plenamente. No te vayas a ahogar dentro de ellas.
Oyó una vez un león el croar de una rana, y se volvió hacia donde venía el sonido, pensando que era de algún animal muy importante.
Esperó y observó con atención un tiempo, y cuando vio a la rana que salía del pantano, se le acercó y la aplastó diciendo:
– ¡Tú, tan pequeña y lanzando esos tremendos gritos!
Quien mucho habla, poco es lo que dice.
Una paloma, incómoda por la molesta sed, vio una charca de agua pintada sobre un rótulo.
Pero sin darse cuenta de que sólo era un dibujo, voló hacia ella a toda velocidad e inevitablemente chocó contra el rótulo, hiriéndose lastimosamente.
Habiéndose quebrado las alas por el golpe, cayó a tierra donde fue capturada por uno de los transeúntes.
No dejes que el fervor o entusiasmo nuble tu discreción.
Una mujer viuda tenía una gallina que le ponía un huevo todos los días. Pensó que si le daba más cebada pondría dos huevos, y aumentó su ración. Pero la gallina engordó y ya no pudo ni poner una vez al día.
Si sin control ni sabiduría fuerzas lo que ya te está sirviendo para que te dé más, sólo obtendrás la perdida de lo que ya tienes.
Tenía un hombre una esposa siempre malhumorada con todas las gentes de su casa. Queriendo saber si sería de igual humor con los criados de su padre, la envió a casa de éste con un pretexto cualquiera.
De regreso después de unos días, le preguntó el marido cómo la habían tratado los criados en casa de su padre, y ella respondió:
– Los pastores y los boyeros sólo me miraban de reojo.
– Pues si tan mal te miraban los que salen con los rebaños al despuntar el día y no vuelven hasta el empezar la noche, ¿cómo te mirarían todos aquellos con quienes pasabas el día entero?
Pequeños signos nos señalan grandes cosas, y débiles luces nos muestran secretos ocultos.
Vocabulario:
Boyero: el que guarda bueyes o los conduce.