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Etiqueta: cuento

2ª Parte de la historia de la hechicera y el hombre hoja
Tiempo después ya pasados muchos años de terrible castigo para aquel hombre hoja conllevando aquella monstruosidad pareciera como si el destino le hubiera querido premiar teniendo la suerte de poder volver a ser una persona normal, y esto sucedió cuando él, un día de tantos vagando por el bosque con su monstruosidad como si de un animal ya se tratase dio con una casa muy antigua también como la de aquella anciana bruja, en la cual vio luz dentro y no se sabe porque pero decidió llamar pues en su mente ya primitiva y casi animal le recordó a la casa de aquella anciana bruja que le hizo aquello, cosa que nunca olvidaría y pensó que allí igual viviría otra anciana hechicera o algo por el estilo, con tan buena suerte, se abrió la puerta y apareció una señora mayor con algo mejor pinta que aquella vieja bruja que le practico aquel horrible hechizo pero que también era curandera y sabia algo de magia, algo había practicado por lo cual al ver aquella horrible criatura en un primer momento se espanto y cerro la puerta pero luego al ver que aquella criatura era inofensiva y incluso emitía palabras decidió hacerle pasar imaginándose que se trataría de algún enfermo o hombre con esa deformidad, la mujer sin dejar de estar asustada en todo momento porque aquello imponía le hizo pasar a su casa y sentó en el comedor, ella le pregunto que, que le pasaba porque estaba así si era algo de nacimiento o ya se imaginaba la señora que igual por algún conjuro, a lo cual el hombre dijo con voz roca y casi inteligible:»¡¡CONJURO!!»,entonces la señora le dijo que no se preocupase que ella sabia algo de conjuros y hechizos y trataría de ayudarle, entonces se fue a su cuarto donde tenia todos los libros de magia que ella conocía, y estuvo mirando sobre conjuros de transformar hombres en plantas y en ninguno encontraba nada pues ella solo practicaba la magia buena, la magia blanca pero si que tenia un libro de casualidad de otras magias muy antiguo que la regalo su tía ya difunta en el cual si que hablaba de hechizo y contrahechizos para transformaciones de hombres en planta y animales, con lo que le dijo que ya lo había encontrado, entonces la mujer se aplico y estuvo días consiguiendo plantas raras y demás cosas para preparar aquella poción que en libro venia como contrahechizo, lo que la faltaba era el libro que poseía aquella anciana bruja, la que le hizo el hechizo en el cual venían citados los espíritus y entidades malignas que lo habían sometido aquel conjuro, y entonces decidió buscar entre amigas suyas que practicaban también la magia o la videncia y pensó que una que era ya muy mayor de todas ellas, la mas mayor que conocía, que vivía en una vieja casa igual tenia ese libro o alguno parecido, entonces llamo a la casa de la anciana, una señora muy mayor de casi 90 años la cual se alegro al verla, pues era una señora muy agradable y la dijo que pasara y tomara algo, entonces la mujer la dijo que andaba buscando ese libro a lo que la anciana contesto que como se la ocurría, que tuviera mucho cuidado con esas cosas pero la mujer la explico que era para ayudar a un joven al que le habían hecho un horrible hechizo y necesitaba ese libro para completar el contra-hechizo entonces la anciana la dijo que si que le tenia pues ella también había investigado algo de la magia negra y se dejo con la condición de solo leyera del libro lo justo y necesario pues sino podría destara terribles espíritus, demonios y maldiciones.

La señora la dijo que no se preocupase que así lo haría, y se marcho a su casa ya con la pócima lista y el libro en mano le dijo que intentaría curarle de aquel horrible conjuro, se tomo la pócima mientras la mujer citaba unos pasajes que manifestaban otros espíritus que serian los encargados de liberarle de aquel terrible hechizo y devolverle a la normalidad; una acabado ya el contrahechizo como si por arte de magia y nunca mejor dicho se tratase rápidamente se le empezaros a caer las hojas y las raíces de su cuerpo quedando libre de aquel monstruoso hechizo y el hombre feliz y contento recobro la normalidad mental poco  a poco y la dio las gracias pues ella había sido su salvadora.
Y así termina la historia del hombre hoja y el hombre jamás olvidaría aquella experiencia desde entonces creyendo en aquellas cosas y procurando no volverse adentrar en aquel bosque.
De nuestr compañero David – 20 años

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Historia del Delfín Graciano
Graciano era un delfín fuerte y bueno que vivía en el Océano Pacífico, junto a unas islas muy bonitas.
Un día, mientras estaba jugando con unas algas en el fondo del mar, sus amigos los otros delfines se fueron persiguiendo a unos pececillos y ya no volvieron, así que Graciano ya no tenía amigos delfines con los que nadar, aunque era amigo de otros animales, como la medusa Aurelia, que era blanca y transparente y flotaba graciosamente en el agua, y la tortuga Presurosa, que era muy vieja y sabía un montón de cosas.
Un día la medusa Aurelia se acercó a Graciano rápidamente y le dijo:- ¡Cuidado, Graciano! He visto a unos tiburones que vienen hacia aquí. Son malos y están persiguiendo a unos atunes para comérselos. Yo voy a alejarme de prisa, y te recomiendo que hagas lo mismo – y dicho esto, salió nadando con sus largos filamentos.
Pero el delfín no tenía miedo de los tiburones, y sí curiosidad por saber qué era lo que estaban haciendo. Porque habéis de saber que los delfines son los únicos animales marinos que se atreven a enfrentarse con los tiburones: porque si los tiburones tienen dientes muy afilados y pueden ser de gran tamaño, los delfines son muy fuertes y saben embestir valientemente con su cabeza. Por éso se quedó para ver qué pasaba. Y así fue como vio venir a varios tiburones detrás de una bandada de atunes, que son unos peces muy gordos y sabrosos.
Como los tiburones son muy fieros, a veces persiguen a otros peces aunque no tengan hambre, y era esto lo que pasaba: que se comían a los atunes sin ganas. Esto no gustó nada a Graciano, que pensaba que sólo debían cazarse los peces que hiciera falta para comer, y así se lo dijo al tiburón que parecía el jefe:- ¡Eh, tiburón! Sois unos abusones: ¿por qué no dejáis en paz a los atunes si ya habéis comido lo suficiente?
Y el que parecía el jefe le respondió: Tú no te metas, delfín. Haremos lo que queramos. ¿O es que nos lo vas a impedir?
A Graciano no le gustó nada esta respuesta y le dijo: Pues ahora verás.
Y tomando impulso dio un fortísimo cabezazo al tiburón. Antes de que pudiera reponerse, ya le había dado otro cabezazo. El tiburón se escabullía e intentaba morder al delfín, pero todavía recibió más golpes, hasta que se dio por vencido y por fin dijo: ¡Vámonos de aquí!
Pero antes dio a traición una dentellada al delfín y le hizo una herida debajo de la aleta.
Graciano estaba contento porque había puesto en fuga a los tiburones, pero le dolía la herida y decidió consultar con su amiga la tortuga Presurosa.
– Lo mejor que puedes hacer –le dijo la tortuga– es salir a la superficie y dejar que el sol y el viento sequen la herida. Hay cerca de aquí una isla que tiene una playa muy agradable: si vas a ella y te estás quieto, en unos pocos días te pondrás mejor.
Y así lo hizo. Nadó despacito hasta aquella isla y se tendió en la arena dorada a recibir la caricia de la brisa y del sol. Así estuvo un buen rato, cuando de pronto, creyó oir:- Eh, delfín, delfín…
Graciano no sabía de dónde salía la vocecilla que le llamaba, hasta que oyó:
– Delfín, soy yo, la palmera…
Y es que había una palmera de grandes hojas mecidas por el viento, que le estaba hablando.
– Vaya, palmera, perdona que no te contestara. No sabía que eras tú la que llamaba: yo pensaba que los árboles no hablaban.
– Claro que hablamos… Pero para oírnos hay que saber escuchar. Mira, delfín, creo que te puedo ayudar. En esta isla hay un acuario con muchos peces, focas y delfines. El dueño del acuario viene por las tardes a pasear por esta playa: es una buena persona y si te ve seguro que te lleva para que te curen esa pequeña herida. Lo que tienes que hacer es sólo estar aquí muy quietecito.
A Graciano le gustó aquello. Si había delfines en el acuario a lo mejor podía hacer amigos y además allí le ayudarían a que se curara. Así que hizo caso de lo que la palmera le decía y se estuvo muy quietecito.
Y así fue como, al caer la tarde, vio venir a un señor con una niña de la mano. Cuando se acercaron, la niña dijo:
– ¡Mira, papá! Un delfín en la arena… ¡Qué bonito es! Pero mira, parece que tiene una herida…
El hombre se acercó y examinó a Graciano, que tenía un ojo cerrado pero el otro medio abierto para ver lo que estaba pasando. Dijo:
– Vamos a llevarlo al acuario para curarlo. A lo mejor quiere quedarse a vivir con nosotros.
Y llamó a una furgoneta-ambulancia. Allí metieron a Graciano y se fueron todos a la enfermería del acuario. El delfín estaba agradecido a la palmera, y al irse le dijo adiós con la aleta.
En el acuario conoció a muchos animales y vivió contento porque tenía amigos delfines con los que jugar. Todos los señores del acuario conocieron su nombre porque se lo había dicho en el lenguaje de los delfines a la niña, que sabía entenderlo. De vez en cuando, se escapaba a ver a sus antiguos amigos, la tortuga Presurosa y la medusa Aurelia, y al volver pasaba a saludar a la palmera.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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Historia de una luz en la oscuridad

Había una vez, en un pequeño poblado, donde todavía se suele ver casas construidas de  piedra, lodo o madera; se llega a observar la extrema pobreza, en la cual viven muchos niños que no tiene la oportunidad  de estudiar  o de jugar, debido a que tiene que ayudar a sus padres en todo lo que puedan, sin importar su corta edad. Desde el centro del poblado, se puede observar su hermoso parque, en el cual se encuentra un kiosco, rodeado  de una diversidad de flores de diferentes colores, aromas y formas. En este pequeño lugar, se suele concentrar  cierta parte de la población,  niños muy pequeños que apenas se están enseñando a caminar, hasta jóvenes de aproximadamente unos 25 años de edad. Los niños más pequeños van a jugar a las escondideras, correteadas o andar con su bicicleta, dando vueltas y vueltas  muchas veces hasta cansarse. Muy pocos de estos suelen ir acompañados por sus papás. Los jóvenes se reúnen a platicar  con sus amigos, otros más ocupan esos lugares para  ir  a beber alcohol o a fumar, sin importarles quienes más vayan a este lugar.

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