Un día, su madre le pidió que llevase unos pasteles a su abuela que vivía al otro lado del bosque, recomendándole que no se entretuviese por el camino, pues cruzar el bosque era muy peligroso, ya que siempre andaba acechando por allí el lobo.
Caperucita Roja recogió la cesta con los pasteles y se puso en camino. La niña tenía que atravesar el bosque para llegar a casa de la Abuelita, pero no le daba miedo porque allí siempre se encontraba con muchos amigos: los pájaros, las ardillas…
De repente vió al lobo, que era enorme, delante de ella.
– ¿A dónde vas, niña?- le preguntó el lobo con su voz ronca.
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Un día el diablo, con voz ronca y fea, le dijo a un diablito que estaba a su lado: «Tengo ganas de pasear. Estoy cansado de vivir en este hueco del infiermo, y me voy a conocer mundo, a viajar en aviones y en trenes, a montar en buque y en burritos orejones. Quiero recorrer la tierra toda, y sembrar el mal por donde vaya pasando». El diablito a quien dijo el diablo todas estas cosas, no respondió nada, pero movió la cola, como para decir que no le importaba que el diablo grande se fuera. Pasados algunos días de mucho calor, pues eran días pasados en los mismos infiernos, el diablo comenzó a viajar, con su cara de diablo, y con una maleta llena de espejitos y chucherías para engañar a los niños y a los hombres. Pero antes de partir, el demonio dejó todas sus cosas muy bien arregladas en el infierno. Dejó hasta la dirección de los hoteles y los países que iba a visitar.
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La zorra era conocida por su presunción y su gracia. Participaba en todos los bailes del bosque dándose mas importancia que una princesa.
Un día encontró una gata que le dijo admirada: ¡Oh, querida zorra! ¿Que haces para ser tan lista? Me gustaría tanto poder ser así. La zorra casi reventó de orgullo.
-Quién no lo consigue es solo por estupidez -dijo con soberbia-. No sabes hacer nada especial, ¿gata inútil?
– ¡Oh, no! respondió la gata-. Ya es bastante si consigo subirme a un árbol cuando veo un perro.
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Particular, Henrry en la escuela del barrio, Abel con
posibilidades económicas, Henrry, muy pobre, Abel con
un hogar feliz, Henrry con un hogar lleno de
maltratos, lleno de violencia, pero que tenían estos
dos niños en común para ser amigos entrañables?,
aparte de la edad de 8 años, compartían momentos
felices y tristes de ambos, planeaban juntos sus
juegos, disfrutaban de su amistad con toda la energía
y fantasía de su niñez y sobretodo eran fraternos y
solidarios, por esa magia de los sentimientos sanos y
puros que solo los niños poseen.
Un día, Abel le propuso a Henrry retar a un partido de
fútbol a los niños del barrio vecino y Henrry aceptó
encantado, para eso entrenaban todos los días con
otros amiguitos mas que completaban el equipo; Henrry
era el mas entusiasta y aguerrido jugador, se les veía
emocionados esperando la fecha del partido que estaba
muy cerca.
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Etiqueta cuento, infantil, juvenil, leer, zapatillas
Naturalmente, Alicia empezó por llamar a la puerta: pero no apareció nadie, y tuvo que abrirla ella misma.
Ahora, si miras el dibujo, verás exactamente lo mismo que vio Alicia al entrar.
La puerta conducía directamente a la cocina. La Duquesa estaba sentada en el centro de la habitación, cuidando al Bebé. El Bebé berreaba. La sopa hervía. La Cocinera estaba removiendo la sopa. El Gato –era un Gato de Cheshire– sonreía, como lo hacen siempre los gatos de Cheshire. Todas estas cosas estaban ocurriendo en el momento en que Alicia entró.
Todas las mañanas al despertarse, salía volando en dirección al Sol, buscando nuevas aventuras. Ella sabía que en la mañana el Sol salía por el Oriente, y que si volaba hacia él, iría alejándose de su casa. También sabía que por las tardes el Sol se ponía por el Occidente, y que si se dirigía hacia él, iría a su casa. Por esta razón nuestra amiga jamás se perdía.
Dirás que suena ridículo, o anticuado, con todos los medios de entretenimiento modernos que existen, pero ¿te olvidas de ello si yo sonrío indulgentemente?
Tengo dieciocho años y, de muchas variadas formas, he dejado algunas niñadas detrás mío. Pero Padre es un orador y su voz despide un mágico aliento que aún me engancha, y, para ser sincero, eso me fascina. Incluso si pensamos que ganamos la Guerra, perdimos bastante en el proceso, y allá afuera hay un mundo cruel e ingrato. Seguiré siendo joven todo lo más que pueda.
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Esa historia comienza así:
En la esquina de mi calle hay una tienda de telas, que está cerrada desde hace tiempo.
Un día , un grupo de niños, entraron en la tienda y encontraron una balanza de plata, escondida tras un mostrador.
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Érase que se era un día de invierno muy crudo. En el campo nevaba copiosamente, y dentro de una casa de labor, en su establo, había un Burrito que miraba a través del cristal de la ventana. Junto a él tenía el pesebre cubierto de paja seca. – Paja seca! – se decía el Burrito, despreciándola. Vaya una cosa que me pone mi amo! Ay, cuándo se acabará el invierno y llegará la primavera, para poder comer hierba fresca y jugosa de la que crece por todas partes, en prado y junto al camino!
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Trabajaba durante la noche dando las horas como si fuera un reloj para que los animalitos del bosque supieran que hora era en cada momento.
Su gran ilusión era salir de su casa durante el día, pero sus ojitos no veían bien y tenía que conformarse con salir de noche y abrir sus grandes ojazos que brillaban en la oscuridad.
Siempre me dicen que soy afortunado por tener esos ojos tan grandotes, decía: el búho.
Pero no saben, añadía , que aunque son tan llamativos, no veo las cosas tan claras y lindas como la gente las ve.
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