Carlos y Carla pasaban el fin de semana en casa del abuelo. Y eso ya sabéis lo que significa, nuevas aventuras con el taburete mágico!
Al llegar a la casa, como siempre, lo primero que hicieron fue saludar al abuelo, después y a toda prisa subieron a ver el taburete.
Se sentaron encima de él y sorpresa! Aparecieron en un país fantástico, todo era de caramelo, las casas, los coches, los animales…
Carlos y Carla no podían creérselo, miles y miles de golosinas dispuestas a ser comidas. No sabían que comer, porque todo parecía tan rico…! De pronto vieron que el tejado de una casa estaba cubierto con un riquísimo chocolate. Sin pensárselo dos veces, se acercaron y comenzaron a comer.
Solo habían dado un mordisco, cuando el dueño de la casa ( que también era de chocolate) salió a pedirles, por favor, que no se comieran su casa, porque si lo hacían, él no tendría donde vivir.
A Carlos y a Carla aunque les apetecía mucho comérselo, sabían que el señor tenía razón.
El señor de la casa que se llamaba Chocolatín, viendo que eran unos buenos chicos les invito a entrar a su casa, y les ofreció todo tipo de dulces y golosinas. Chocolatín, Carlos y Carla se hicieron muy amigos.
Entonces Chocolatín, les contó que su país corría peligro porque había un malvado que se llamaba Tragón que se dedicaba a comer todo lo que tenía a su alcance. Carlos y Carla, viendo que el país de su amigo corría peligro, decidieron pensar un plan, para deshacerse de Tragón.
Con ayuda de Chocolatín y de sus vecinos crearon la chocolatina más bonita y más sabrosa del mundo, una chocolatina que solo con verla, tenías ganas de comerla. Sin embargo, la chocolatina tenía trampa, pues, por dentro tenía madera, con lo cual no podía comerse.
Chocolatín, Carlos y Carla, pusieron la chocolatina en medio de una plaza para que se pudiera ver bien y se escondieron a esperar. Al cabo de unos minutos apareció Tragón y claro nada más verla, se fue corriendo hacía ella. Pero cual fue su sorpresa, la chocolatina estaba muy dura y del fuerte mordisco que había dado se le habían caído todos los dientes.
Tragón se fue corriendo y diciendo que no volvería más a comer chocolatinas.
Gracias a la ayuda de Carlos y Carla el país de Chocolatín se había salvado.