7
Feb.2009
Érase un principito que no quería estudiar. Cierta noche, después de haber recibido una buena regañina por su pereza, suspiró tristemente diciendo:
–¡Ay! ¿Cuánto seré mayor para hacer lo que me apetezca?
Y he aquí que, a la mañana siguiente, descubrió sobre su cama una bobina de hilo de oro de la que salió una débil voz:
Leer más
Categoría:Cibercuentos, Cuentos Infantiles y Juveniles