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Sep.2009
Una tarde, al principio de verano, un niño había visto un lindo gatito en la vereda de su casa. Se sentó a su lado y empezó a acariciarle el lomo con mucho cariño. El gato empezó a hacer: «rum-rum». Notó la alegría del gato y observó que sus bigotes se iban poniendo cada vez más duritos como si fueran de alambre casi.
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Categoría:Cibercuentos, Cuentos Infantiles y Juveniles