El tigre había permanecido todo el día en lo alto del árbol. Nunca antes había sentido tanto miedo. La noche llegó con mucha lentitud y aún así el rayado animal no se atrevía a abandonar la poderosa rama que lo sostenía como si fuera una hamaca al revés. El miedo le hacía desconfiar de todo y constantemente movía la cabeza en todas direcciones. Era muy extraño, pues en otras oportunidades permanecía totalmente inmóvil confiado en la agudeza de sus sentidos, pero ahora una extraña sensación lo mantenía con el corazón acelerado. Todos los animales de la selva le temían, incluso el hombre, que era el más sanguinario de todas las bestias conocidas, temblaba al oír su rugido e inmediatamente hacía disparos hacia las partes altas de los árboles.
Categoría:Cibercuentos, Cuentos Infantiles y Juveniles