Por eso el día que decidieron presentarse en el concurso de BRUJA MALOSA, todos se rieron e hicieron chistes sobre ellas; pero lejos de avergonzarse las tres hermanas se prepararon para la competencia de hechizos y otras yerbas con más ganas que nunca.
Mariana decidió mostrar sus poderes como hechicera y practicaba día y noche pociones mágicas para convertir sapos en príncipes, arañas en princesas y lombrices en… vaya a saber en qué, porque nunca ninguno de sus hechizos dio resultado y lo único que logró fue llenar la casa de sapos que no dejaban dormir con su croar, arañas que tejían muy tranquilas en todos los rincones y lombrices que corrían a esconderse en las macetas del patio.
Por su parte Marina, practicaba todo el día, el vuelo con la escoba y se daba cada golpe contra la chimenea de la casa, los árboles del patio o las palomas desprevenidas que por allí pasaban.
En cambio Maruana, viendo los desastres de sus hermanas, se entrenaba en las artes de la adivinación y perseguía a todos los que llegaban para practicar con ellos su magia, fue por eso que el cartero se negó a llevarle más cartas después de que Maruana le pronosticara que se casaría con Eduviges, la chica más fea del pueblo, y el lechero dejó de entregarle leche porque le anunció que sus vacas dejarían de darla por siete años. Por supuesto que ninguna de sus adivinaciones dieron resultado, por lo menos hasta ahora.
Y así pasaban los días practicando y practicando.
El día de la competencia, estaban presentes todas las brujas de la región y cada una demostró sus habilidades, pero cuando le tocó el turno a Mariana, Marina y Maruana todo fue un verdadero desastre. La gente del pueblo no podía parar de reírse con cada una de las actuaciones y fue así como las hermanas no ganaron el premio de Bruja Malosa, pero si les dieron un premio y fue el de Brujas Chistosas que ellas muestran con orgullo a toda su familia.
De nuestra compañera María Delia Mínor.