Había una vez una familia que decidió pasar unos días en un rancho cerca del río. Cuando llegaron a ese lugar se encontraron con un perro de un solo ojo y con una lechuza que las que los miraba fijamente y les daba miedo.
Cuando abrieron la puerta todo parecía normal, pero poco a poco se dieron cuenta de que ocurrían cosas raras. Cuando la mama pensó en limpiar, la escoba empezó a barrer sola. Cuando el papa cortaba el césped, este crecía rápidamente donde él cortaba. El más pequeño dijo: ¡mama la pelota me busca para jugar!
Una tarde decidieron salir a remar al río y allí sucedían cosas más insólitas aún.
Los peces salían a respirar a la superficie, las vacas se acercaban asombradas a mirarlos.
Los papás se sorprendieron al ver que el pequeño y la hermana mayor estaban jugando a las cartas al lado de la lechuza y el perro que les daba miedo.
Se acercaron y la lechuza, que estaba sentada al lado de las cartas, les dijo: ¿quieren jugar a las cartas?.
Primero la familia se asusto. La lechuza dijo: ¡no me tengan miedo no les haré daño!
Confiaron en ella y jugaron.
Así fueron pasando los días y mientras todas estas cosas pasaban, se dieron cuenta que no eran los únicos habitantes de ese rancho y poco a poco aprendieron a convivir con esos extraños seres, haciéndose amigos y disfrutando de sus diferencias.
De nuestra compañera Agustina, 8 años.
Categoría: Cibercuentos, Cuentos Infantiles y Juveniles