27
Abr.2008
Un pescador, después de lanzar al mar su red, sólo cogió un pececillo. Suplicó éste al pescador que le dejara por el momento en gracia de su pequeñez.
– Cuando sea mayor, podrás pescarme de nuevo, y entonces seré para ti de más provecho -, terminó el pececillo.
– ¡Hombre-replicó el pescador-, bien tonto sería soltando la presa que tengo en la mano para contar con la presa futura, por grande que sea!
Más vale una moneda en la mano, que un tesoro en el fondo del mar.