Había Una vez un oso que vivía en un lugar muy lejano, esto en medio de un inmenso bosque lleno de diferentes árboles y de algunos habitantes. El oso se llamaba Beerco, él vivía solo, pero tenía muchos amigos y amigas con los que solía divertirse de distintas formas y tener reuniones.
Este oso era muy penoso, (o de cierta forma era muy introvertido), él tenía un enorme espíritu de diversión y de querer hacer todo al extremo; pero cuando alguno de sus amigos le preguntaban: ¿Qué hacemos? O ¿A dónde vamos? En ese momento en que le planteaban las preguntas se le ocurrían infinidad de ideas que parecían ser geniales, pero siempre se quedaba callado por miedo a que cuando él expresara lo que quería se burlaran, y el oso decía (con voz baja)- No lo sé, lo que ustedes decidan estará bien-
Un día por la tarde, el osos Beerco se encontraba en su enorme casa sentado y disfrutando de una comida mientras veía la televisión; él estaba sentado en su sillón preferido y el más cómodo de todos, su sillón era muy extravagante, ya que él mismo lo había construido con las ramas de los árboles que llego a derribar cuando estaba enojado.
Pero bueno el punto es que el Oso Beerco estaba viendo la televisión, pero era tanto el grado de aburrimiento que tenía que solo estaba cambiando de canal en canal. Así que decidió que lo mejor era salir a dar una vuelta para que se pudiera distraer y des estresar, entonces cerró la puerta de su casa y salió a los alrededores del inmenso bosque.
En su transcurso, Beerco pensaba la manera de cómo poder encontrar el valor o la fuerza suficiente para que pudiera expresar tanto sus ideas como sus sentimientos y así poder encontrar a la pareja ideal con la que pasaría el resto de su vida.
-¡No puede ser!, ¡No puede ser!- decía el oso (de manera enojada). Cuando de repente tropezó con un cazador.
-Mira nada más lo que tenemos aquí – dijo el cazador (en tono de burla) –Pero si es el mismísimo oso penoso-. Pero como el cazador era cazador de venados y no de osos pues no le hizo nada, aparte de que ya se conocían.
El oso no le contestó y siguió su camino, pero cuando dio su sexto paso escuchó una voz que decía: “Sigue el camino de las luciérnagas que con su luz te llevaran a la otra luz”
-¿A la otra luz?, ¿Quién dijo eso?, ¡contesta!, ¿Quién eres?-Se preguntó el oso Beerco sin conseguir respuesta alguna y perdiendo por completo el rastro del cazador.
Cuando Beerco volteó la cabeza para poder seguir su camino vio una luciérnaga
-Disculpe señor oso- dijo la luciérnaga (con voz cortada)
-necesito ayuda, estoy atrapada y he perdido al resto de mis compañeras-.
Beerco la ayudó a salir de la red de la araña, y justamente en el momento en que quedó liberada la luciérnaga, vio una luz inmensa y deslumbrante que había sido producida por la luciérnaga, quedando así muerta entre las manos del oso:
-¡No puede ser!, ¿Qué he hecho?- se preguntó el oso (muy asustado).
En ese momento escuchó el sonar de unas monedas de oro, y para que pudiera ir a averiguar de qué se trataba, decidió guardar a la luciérnaga en un pequeño colguije que era en forma de morral. En cuanto depositó a la luciérnaga dentro de este, Se dirigió hacia donde había provenido el sonido de las monedas. Al llegar al lugar, observo que había una enorme cantidad de oro y de piedras hermosas con las cuales empezó a jugar y a bañarse con ellas.
-¡Soy rico!, ¡soy rico!-grito el oso (lleno de felicidad)
-¡ahora si podré conseguir lo que quiero!- gritó aun más emocionado
-Con todo este tesoro podré expresar mis ideas, solo que será de una manera distinta- dijo el oso.
En ese momento el oso pensaba que con toda la fortuna que ahora ya era suya, él construiría todos los lugares donde siempre se había imaginado en compañía de todos sus amigos y amigas, y pensó en que tendría todas las cosas materiales con las que él podría expresar su forma de ser…………..
¡Ja, ja, ja! ¿Cómo no?, en tan solo un momento momentáneo vio de nuevo una luz muy brillante que hizo que como por arte de magia se desapareciera todo lo que había visto.
-¡No puede ser! ¿De nuevo esa luz?- dijo el oso (totalmente desconcertado).
Con muchas dudas en la cabeza, el oso Beerco siguió caminando; pero lo más raro aún era que el oso seguía viendo cosas:
A lo lejos vio una serie de objetos que tenían una luz que prendía y apagaba de una manera organizada….
-Deben de ser las luciérnagas que según la voz que escuché debo de seguir- dijo el oso mientras caminaba hacia ellas; y cuando llegó, se percató de que solo eran las luces de un pequeño circo que se encontraba en las orillas del bosque, en una pequeña aldea llamada: “Aldea Macar”. El oso muy asustado por si llegaban a verlo las personas de ese lugar, decidió ocultarse detrás de un gran árbol, donde podía observar perfectamente a un mimo del circo que ensayaba afuera del mismo, este mimo mientras ensayaba, estaba rodeado de mucos espectadores.
-Esa persona se mueve muy extraño- se dijo a sí mismo el oso
-Las demás personas están muy alegres de él, (rascándose la cabeza con un dedo) –Vaya manera de expresarse. Yo mejor me regreso a casa- Afirmó el oso.
Cuando el oso se dio la media vuelta para partir el retorno; vio muchas luciérnagas dentro del bosque que de inmediato se apagaron y no volvieron a encender.
Entonces Beerco dijo: -¡Claro! Esa debe ser una señal; Creo que si adopto la misma forma de expresar del mimo, podré al fin decir sin hablar lo que siento-
Y el oso partió a su regreso.
En el transcurso del camino, el oso Beerco se encontró con Amber (una amiga de años pasados)
-¡Hola Beer!, ¿Cómo estas?, ¡hace mucho tiempo sin verte!- dijo Amber (muy alegre).
El oso Beerco sin mencionar una sola palabra movió la mano emitiendo un saludo, y después realizó unos movimientos tratando de decir que estaba alegre; fue así como puso en práctica su nueva forma de expresarse.
Después de haber transcurrido un buen rato, el os Beerco seguía sin decir ni “pío”, y fue cuando entonces Amber le dijo que era mejor la actitud que tenía antes, y se fue muy molesta.
El oso Beerco siguió muy desilusionado su camino a casa, pero después de unos cuantos metros recorridos, se dio cuenta de que estaba perdido, y por lo tanto no sabía hacia donde ir.
Entonces sucedió algo inesperado ya que el oso Beerco volvió a
ver un luz despampanante, pero esta ves esa luz provenía de su colguije y ¡Ó! Sorpresa pues la luciérnaga que ya había muerto, empezó a alumbrar de nuevo, y después de unos instantes comenzaron a llegar más luciérnagas que juntas fueron guiando al oso Beerco hacia un lugar donde en medio de mucha tristeza se encontraban sus amigos.
Ahí fue cuando Beerco se dio cuenta de que las luciérnagas tienen una gran forma de comunicación, que a la vez expresa mucho más y eso se da a través de su luz; entonces llegó a la conclusión de que para poder expresar es necesaria la comunicación, y que en el caso de las luciérnagas era a través de la intensidad de su luz y que en su caso era a través del lenguaje del habla, o sea que si no se habla, los demás no van a poder saber que es lo que se quiere.
Mientras Beerco iba deduciendo su teoría, transcurrió algo de tiempo y al final llegó con sus amigos, los cuales estaban muy deprimidos porque sus casas se habían destruido como consecuencia de un desastre natural.
Entonces el oso Beerco se decidió a hablar y a expresar lo mucho que los quería y los admiraba, y tratando de levantarles el ánimo el oso Beerco les dijo:
-Todos somos como una luciérnaga, que necesitamos de lapsos obscuros para poder brillar- esto lo dijo con gran seguridad y como un gran razonamiento.
Todos los demás se quedaron asombrados, pero a la vez entendieron el mensaje.
Entonces el oso Beerco ya había encontrado lo que quería y lo que le hacia falta, ya que descubrió que hay que razonar para poder opinar y así poder crearse ideas propias, pero esto sin perder el sentido de ser uno mismo y así plantearse las preguntas de ¿Qué es lo que quiero? Y ¿Para qué lo quiero?
Después el oso dio muchas opiniones sobre construir una nueva aldea donde vivirían todos y donde existiría mucha diversión, la cual llevaría el nombre de “La nueva Luz”.
Entonces apareció el cazador de venados, el cual se encontraba acompañado de la luciérnaga que había revivido:
-La luciérnaga me ha contado todo lo que te ha pasado en tu aventura por encontrar la mejor forma de expresar. Y me ha dicho que tú eres el elegido.- dijo el cazador (muy alegre)
Entonces la luciérnaga le agradeció a el oso Beerco todos sus cuidados, y le pidió que la tomara entre sus manos. El oso obedeció y de nuevo vio otra luz inmensa, pues la luciérnaga se había convertido en lo que sería el amor de su vida y a sí después de un largo tiempo, todos vivieron felices para siempre.
Del cazador ya no se supo nada….. FIN
De nuestro compañero Juan Jesús Velásquez Villasana, 18 años.
Categoría: Cibercuentos, Cuentos Infantiles y Juveniles