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El día más maravilloso de mi vida

Érase una vez una bella dama que se llamaba Samanta, pero sus amigos le decían Sami y un chico adorable que se llamaba Daniel. Los dos eran de mundos diferentes, a Sami le gustaba ser porrista y por eso era la capitana y a Daniel le gustaba el fútbol y era el líder y cada vez que pasaban al lado se miraban.


Sami tenía sus amigas, una se llamaba Sallmy y la otra se llamaba Laura, pero no tenía amigos hombres. Sami era infeliz por que sentía que le faltaba algo para llenar su vida pero no sabía que era, lo buscaba pero no lo encontraba y todo era lo mismo con Daniel tenía amigos hombres pero no amigas mujeres, y le pasaba igual que a Sami sentía que le faltaba algo.

En el colegio escucharon que la capitana de las porristas y el líder de los futbolistas se tenían que reunir para hacer un acto cívico para los profesores y tenía que ser un sábado, pero primero tenían que ponerse de acuerdo para saber cual de los sábados que tenían  libres. Cada coordinador de grupo los llamaron para preguntarles y los dos dijeron el mismo sábado (16 de mayo de 2009).

Unos días después los dos llegaron puntuales pero no se hablaban, pero Sami sintió algo que nunca había sentido y era el amor verdadero y lo mismo le pasó a Daniel, era tan extraño que cada uno salió por su lado, pero a veces se miraban y se volteaban. Cada vez se acercaban más y había más emoción, en fin, cuando iban a hablarse la profesora  vino y los llamó, así que se quedaron  con las ganas de hablar.

Al terminar la reunión esperaron un momento para hablar y saludarse pero lo que Sami no esperaba era que le dijera que tenía unos lindos labios, Sami se sonrojo y se sintió feliz como nunca.

El lunes comenzaron a decorar el coliseo para sus profesores y entonces Daniel decidió hablar le dijo:

– hola, ¿Cómo estas?

Sami respondió y dijo:

– ¿Bien y tú?

– igual – respondió Daniel

Daniel le lanzo la pregunta de una vez y le dijo:

– ¿Quieres ser mi novia? Es que eres tan bonita.

– Sami le dijo que sí alegremente.

Sami y Daniel encontraron lo que les faltaba y vivieron felices.

FIN.

De nuestra compañera Adriana de la Hoz Pérez, 11 años.