18
May.2008
Érase una vez en un hermoso lugar de nombre fantasía, una hermosa y bella casa muy grande, que estaba habitada, por una pequeña niña que era muy feliz, ella vivía con sus padres, los cuales la querían y la mimaban siempre.
El nombre de aquella niña tan risueña era Melanie, ella disfrutaba tanto de su vida, tenía un hermoso jardín al cual salía a jugar todos los días, este era muy grande y realmente hermoso estaba cubierto de árboles y bellas flores de distintas especies y de todos los colores, las cuales al primer rayo de sol, abrían sus pétalos regalando el hermoso perfume que se desprendió de ellas.
El nombre de aquella niña tan risueña era Melanie, ella disfrutaba tanto de su vida, tenía un hermoso jardín al cual salía a jugar todos los días, este era muy grande y realmente hermoso estaba cubierto de árboles y bellas flores de distintas especies y de todos los colores, las cuales al primer rayo de sol, abrían sus pétalos regalando el hermoso perfume que se desprendió de ellas.
Melanie jugaba con los pequeños insectos que había, corría, jugaba, saltaba y se mecía en un columpio que sostenía de un árbol muy muy grande, ella era muy feliz.
Pero un día, en que Melanie jugaba como siempre, noto que alguien se escondía entre las flores, ella se asusto mucho así que no decidió ir a buscar quien era. Pero así como le asustaba también sentía una gran curiosidad por saber que era.
Al día siguiente Melanie, se levantó, se vistió y estaba decidida a descubrir ¿quién era? Salió al jardín se columpió pero no vio nada después de un rato se acostó en el jardín sintiendo un inmenso sueño, no pudo más y se quedo dormida. Pero entresueños Melanie pudo ver a una persona muy pequeña más o menos como de 91 cm. el cual vestía un short verde este era corto y debajo portaba unas mayas blancas con unos zapatos morados que tenían una gran hebilla. En el centro, también portaba una camisa guinda con botones grandes y de oro, su cabeza estaba cubierta por un chistoso sombrero y él tenía el aspecto de profunda alegría.
Entre sueños Melanie se acercaba a él y le preguntaba ¿Quién era? ¿Cuál era su nombre?
Le respondió: “Yo soy un duende y mi nombre es Diamante ¿y tú?, hermosa niña ¿cual es tu nombre?” Estaba a punto de contestar cuando, su madre fue a despertarla para comer.
Toda la tarde estuvo muy preocupada pensando si realmente existía ese duende que había visto en sus sueños.
Pasó una semana y no había sabido nada de Diamante, pasó un mes salió al jardín y pudo observar que en el columpio se mecía el pequeño duende, le hacia señas como invitándola a sentarse junto a él.
Melanie dejo a un lado el miedo y se dejo llevar por la curiosidad, ya estando a un lado de él este la invitó a sentarse y ella lo hizo, le dijo que estaba ahí por que seria su nuevo amigo, él la protegería mientras estuviera a su lado.
Melanie asombrada le dijo: “¡Qué no vas a estar por siempre conmigo!” Diamante respondió: “Lamentablemente no puede ser así, solo podré estar contigo mientras seas niña, mientras yo me siga alimentando de tus ilusiones.”
Desde ese día Diamante hacía muy feliz a Melanie jugaba a todas horas, se lo pasaba súper bien, iban a todos lados juntos Diamante se había convertido en un amigo inseparable de Melanie. Ambos acostumbraban salir por la tarde al parque que estaba cerca de ahí.
Melanie iba creciendo cada vez más rápido y conforme iba creciendo, el interés por salir a jugar era cada vez menor. Diamante se sentía cada vez más solo y triste pero se resistía a desaparecer de la vida de Melanie pues durante todo ese tiempo le había tomado un cariño muy especial pero no podía seguir con ese gran sentimiento de melancolía que le generaba el que Melanie estuviera dejando la niñez.
Un día en el que Melanie se preparaba para salir Diamante la detuvo preguntándola si podría hablar un momento con ella a lo que Melanie respondió: “Querido Diamante me encantaría pero como ves tengo prisa ¿qué te parece si hablamos cuando regrese?”
Diamante le dijo: “En realidad solo te quiero decir que es el momento de que salga de tu vida. Yo he cumplido con mantener tu infancia llena de ilusiones pero te deseo lo mejor y siempre recuerda que te voy a extrañar. Deseo lo mejor para tí y siempre te voy a recordar.” Diamante soltó una lágrima.
Finalmente Melanie entendió y considero que era lo mejor aunque no pudo negar su tristeza mientras Diamante se perdía entre el jardín.
Pero un día, en que Melanie jugaba como siempre, noto que alguien se escondía entre las flores, ella se asusto mucho así que no decidió ir a buscar quien era. Pero así como le asustaba también sentía una gran curiosidad por saber que era.
Al día siguiente Melanie, se levantó, se vistió y estaba decidida a descubrir ¿quién era? Salió al jardín se columpió pero no vio nada después de un rato se acostó en el jardín sintiendo un inmenso sueño, no pudo más y se quedo dormida. Pero entresueños Melanie pudo ver a una persona muy pequeña más o menos como de 91 cm. el cual vestía un short verde este era corto y debajo portaba unas mayas blancas con unos zapatos morados que tenían una gran hebilla. En el centro, también portaba una camisa guinda con botones grandes y de oro, su cabeza estaba cubierta por un chistoso sombrero y él tenía el aspecto de profunda alegría.
Entre sueños Melanie se acercaba a él y le preguntaba ¿Quién era? ¿Cuál era su nombre?
Le respondió: “Yo soy un duende y mi nombre es Diamante ¿y tú?, hermosa niña ¿cual es tu nombre?” Estaba a punto de contestar cuando, su madre fue a despertarla para comer.
Toda la tarde estuvo muy preocupada pensando si realmente existía ese duende que había visto en sus sueños.
Pasó una semana y no había sabido nada de Diamante, pasó un mes salió al jardín y pudo observar que en el columpio se mecía el pequeño duende, le hacia señas como invitándola a sentarse junto a él.
Melanie dejo a un lado el miedo y se dejo llevar por la curiosidad, ya estando a un lado de él este la invitó a sentarse y ella lo hizo, le dijo que estaba ahí por que seria su nuevo amigo, él la protegería mientras estuviera a su lado.
Melanie asombrada le dijo: “¡Qué no vas a estar por siempre conmigo!” Diamante respondió: “Lamentablemente no puede ser así, solo podré estar contigo mientras seas niña, mientras yo me siga alimentando de tus ilusiones.”
Desde ese día Diamante hacía muy feliz a Melanie jugaba a todas horas, se lo pasaba súper bien, iban a todos lados juntos Diamante se había convertido en un amigo inseparable de Melanie. Ambos acostumbraban salir por la tarde al parque que estaba cerca de ahí.
Melanie iba creciendo cada vez más rápido y conforme iba creciendo, el interés por salir a jugar era cada vez menor. Diamante se sentía cada vez más solo y triste pero se resistía a desaparecer de la vida de Melanie pues durante todo ese tiempo le había tomado un cariño muy especial pero no podía seguir con ese gran sentimiento de melancolía que le generaba el que Melanie estuviera dejando la niñez.
Un día en el que Melanie se preparaba para salir Diamante la detuvo preguntándola si podría hablar un momento con ella a lo que Melanie respondió: “Querido Diamante me encantaría pero como ves tengo prisa ¿qué te parece si hablamos cuando regrese?”
Diamante le dijo: “En realidad solo te quiero decir que es el momento de que salga de tu vida. Yo he cumplido con mantener tu infancia llena de ilusiones pero te deseo lo mejor y siempre recuerda que te voy a extrañar. Deseo lo mejor para tí y siempre te voy a recordar.” Diamante soltó una lágrima.
Finalmente Melanie entendió y considero que era lo mejor aunque no pudo negar su tristeza mientras Diamante se perdía entre el jardín.
De nuestra compañera Sinai Vid Ceja, 18 años.
Categoría: Cibercuentos, Cuentos Infantiles y Juveniles