Llegado el verano, una hormiga que rondaba por el campo recogía los granos de trigo y cebada, guardándolos para alimentarse durante el invierno. La vio un escarabajo y se asombró de verla tan ocupada en una época en que todos los animales, descuidando sus trabajos, se abandonan a la buena vida. Nada respondió la hormiga por el momento; pero más tarde, cuando llegó el invierno y la lluvia deshacía las boñigas, el escarabajo hambriento fue a pedirle a la hormiga una limosna de comida. Entonces sí respondió la hormiga:
— Mira escarabajo, si hubieras trabajado en la época en que yo lo hacía y tú te burlabas de mí, ahora no te faltaría el alimento.
Cuando te queden excedentes de lo que recibes con tu trabajo, guarda una porción para cuando vengan los tiempos de escasez.
Categoría:Cibercuentos, Fábulas sobre la Prudencia
Un hijo pródigo, habiendo derrochado su patrimonio, sólo le quedaba un manto. De repente vio a una golondrina que se había adelantado a la estación. Creyendo que ya llegaba la primavera, y que por lo tanto no necesitaría más del manto, fue también a venderlo. Pero regresó el mal tiempo y el aire se puso más frío. Entonces, mientras se paseaba, halló a la golondrina muerta de frío.
— ¡Desgraciada! — le dijo — nos has dañado a los dos al mismo tiempo.
Toma nota de si es la hora correcta antes de ejecutar una decisión. Una acción a destiempo puede ser desastrosa.
Categoría:Cibercuentos, Fábulas sobre la Prudencia
Una cierva que huía de unos cazadores, llegó a una gruta donde no sabía que moraba un león. Entrando en ella para esconderse, cayó en las garras del león.
Viéndose sin remedio perdida, exclamó:
– ¡Desdichada de mí! Huyendo de los hombres, caí en las garras de un feroz animal.
Si tratas de salir de un problema, busca que la salida no sea caer en otro peor.
Vocabulario:
Moraba (de morar): habitar o residir en un lugar.
Hermes quiso comprobar si el arte adivinatorio de Tiresias era verdadero; para lo cual le robó sus bueyes en el campo y luego, bajo la figura de un mortal, se fue a la ciudad y entró en la casa de Tiresias.
Cuando supo la pérdida de su yunta, Tiresias se trasladó a las afueras con Hermes para observar un augurio en el vuelo de las aves, rogando a Hermes le dijera el pájaro que apareciese.
Hermes vio un águila que pasaba volando de izquierda a derecha y se lo dijo. Respondió Tiresias que ese pájaro no les importaba.
A la segunda vez, vio el dios una corneja encaramada en un árbol que ora alzaba los ojos al cielo, ora se inclinaba hacia la Tierra, y así se lo dijo. Entonces el adivino contestó:
– ¡Esa corneja jura por el cielo y por la tierra que depende de ti que vuelva a encontrar mis bueyes!
Sé prudente, al ladrón gusta volver a visitar el lugar de su robo.
Vocabulario:
Yunta: par de bueyes u otros animales que aran juntos.
Augurio: predicción, pronóstico.
Corneja: pájaro de la misma especie que el cuervo, pero algo menor.
Encaramada: subida en lo alto.
Ora: ahora.
Llegó el verano y se celebraban las bodas del Sol.
Se regocijaban todos los animales del acontecimiento, faltando poco para que también las ranas fueran de la partida; pero una de ellas exclamó:
– ¡Insensatas! ¿Qué motivo tenéis para regocijaros? Ahora que es él solo, seca todos los pantanos; si toma mujer y tiene un hijo como él ¿qué nos quedará por sufrir?
Antes de celebrar un acontecimiento, primero ve sus futuras consecuencias.
Vocabulario:
Se regocijaban (de regocijarse): alegrarse.
Subido en un alto roble, un ruiseñor cantaba como de costumbre. Lo vio un gavilán hambriento, y lanzándose inmediatamente sobre él, lo apresó en sus garras.
Seguro de su próxima muerte, el ruiseñor le rogó que le soltara, diciéndole que con sólo él no bastaría para llenar su vientre, y que si en verdad tenía hambre, debería de apresar a otros más grandes. El gavilán le repuso:
– Necio sería si te oyera y dejara escapar la presa que tengo, por ir a buscar a la que ni siquiera he visto.
No dejemos los bienes que ya tenemos, por ilusiones que ni siquiera divisamos.
Vocabulario:
Gavilán: ave rapaz.
Un pescador, después de lanzar al mar su red, sólo cogió un pececillo. Suplicó éste al pescador que le dejara por el momento en gracia de su pequeñez.
– Cuando sea mayor, podrás pescarme de nuevo, y entonces seré para ti de más provecho -, terminó el pececillo.
– ¡Hombre-replicó el pescador-, bien tonto sería soltando la presa que tengo en la mano para contar con la presa futura, por grande que sea!
Más vale una moneda en la mano, que un tesoro en el fondo del mar.
Un perro de esos acostumbrados a comer huevos, al ver una almeja, no lo pensó dos veces, y creyendo que se trataba de un huevo, se la tragó inmediatamente. Desgarradas luego sus entrañas, se sintió muy mal y se dijo:
– Bien merecido lo tengo, por creer que todo lo que veo redondo son huevos.
Nunca tomes un asunto sin antes reflexionar, para no entrar luego en extrañas dificultades.
Penetró un perro en una carnicería, y notando que el carnicero estaba muy ocupado con sus clientes, cogió un trozo de carne y salió corriendo. Se volvió el carnicero, y viéndole huir, y sin poder hacer ya nada, exclamó:
— ¡Oye amigo, allí donde te encuentre, no dejaré de mirarte!.
No esperes a que suceda un accidente para pensar en cómo evitarlo.
Un pastor que cuidaba su rebaño en las costas, veía al mar muy calmado y suave, y planeaba con hacer un viaje de comercio. Entonces vendió todo su rebaño, lo invirtió en un cargamento de dátiles, y se echó a la mar. Pero vino una fuerte tempestad, y estando en peligro de hundirse la nave, tiro por la borda toda la mercancía, y escasamente escapó con vida en la barca vacía. No mucho tiempo después cuando alguien pasaba y observaba la ordenada calma del mar, él le interrumpía y le decía: -De nuevo está el mar deseando dátiles y por eso luce calmado.
Nunca generalices conclusiones basándote en un solo suceso.