En esa casa hay un misterioso trastero. Lleno de muebles viejos, retratos, percheros, revistas y ropa usada.
En una caja marrón estaba guardado un sombrero de copa, que de vez en cuando, se asomaba para ver si podía salir de la caja.
Se llamaba Sombrerete.
Los muebles decían al ver aparecer a sombrerete fuera de su caja.
¡El gran caballero Sombrerete!. ¡El más elegante del trastero!.
El trastero, no tenía ventanas, era un lugar oscuro.
Una pequeña bombilla iluminaba la habitación.
Se llamaba bombillita y era muy risueña y coqueta.
Se pasaba todo el día, luciendo de aquí para allá.
Siempre siendo la protagonista. ¡Qué coqueta!.
Cuanto más la miraban más luz daba.
Se hizo muy amiga de Sombrerete. El pobre sombrero, estaba enamorado de bombillita, pero nunca se lo dijo.
Se consideraba muy poquita cosa para ella
El sombrero pensaba: ¡Nunca se fijará en mí!.
Un día hacía mucho frío, los muebles se pusieron a jugar como siempre, -¡Querían entrar en calor!. – ¡Estaban helados¡
A Bombillita se le ocurrió una idea: -¡Ya sé, os iluminaré con toda mi fuerza y os calentaré!.
Todos le dieron las gracias.
¡Espero que funcione, dijo ella riendo!.
¡Lucía y lucía!.
¡Brillaba y brillaba!.
¡Y tanto brilló, que explotó!.
¡Pobre bombillita, era tan linda!.
Ricardo bajó al trastero y al intentar encender la luz, se dio cuenta que la bombilla estaba hecha mil pedazos.
Cogió una nueva y la puso. También era hermosa, pero todos se acordaban mucho de bombillita.
Cuando Ricardo se marchó. Todos miraron hacia el cielo y dijeron. ¡Adiós bombillita!. -¡Mucha suerte!. -¡No te olvidaremos!.
La puerta del trastero se cerró y todos los muebles se fueron a dormir.
Categoría: Cibercuentos, Cuentos Infantiles y Juveniles