-¡Como quisiera tener una hija que tuviera la piel tan blanca como la nieve, los labios rojos como la sangre y el cabello negro como el ébano!
Desafortunadamente, la reina murió cuando la niña era muy pequeña y el padre de Blancanieves contrajo matrimonio con una hermosa mujer y cruel que se preocupaba mas de su apariencia física que de hacer buenas acciones.
La nueva Reina poseía un espejo mágico que podía responderle a todas las preguntas que ella le hacia. Pero la única que le interesaba era:
-Espejo mágico, ¿quien es la más hermosa del reino?
Invariablemente el espejo le respondía:
-¡La más bella eres tu! La vanidad de la Reina vivía satisfecha con la respuesta, hasta que un día, el espejo le respondió algo diferente:
-Es verdad que su majestad es muy hermosa ; pero ¡Blancanieves es la más hermosa del reino!
Enfurecida, la envidiosa Reina grito:
-¿Blancanieves más hermosa que yo? ¡Imposible! ¡Eso no lo tolerare!
Entonces mando llamar a su más fiel cazador.
-¡Llévate a Blancanieves a lo mas profundo del bosque y mátala! Tráeme su corazón como prueba de que cumpliste mis ordenes.
El cazador inclinó la cabeza en signo de obediencia y fue en busca de Blancanieves.
¿Adónde vamos? preguntó la joven.
-A dar un paseo por el bosque su Alteza, -respondió el cazador. El pobre hombre acongojado, sabia que seria incapaz de ejecutar las ordenes de la Reina. Al llegar al medio del bosque, el cazador explico a Blancanieves lo que sucedía y le dijo:
-¡Corre vete lejos de aquí y escóndete en donde la Reina no pueda encontrarte, y no regreses jamas a palacio!
Muy asustada Blancanieves se fue llorando, el cazador mató a un jabalí y le saco el corazón.
«La Reina creerá que es el corazón de Blancanieves» -pensó el cazador -.»Así la princesa y yo viviremos mas tiempo».
Blancanieves se encontró sola en medio de la oscuridad del bosque. Estaba aterrorizada. Creía ver ojos en todas partes y los ruidos que escuchaba le causaban mucho miedo.
Corrió sin rumbo alguno. Vago durante horas, hasta que finalmente vio en un claro del bosque, una pequeña cabaña.
¿Hay alguien en casa?- pregunto mientras tocaba a la puerta.
Como nadie respondía, Blancanieves la empujó y entró. En medio de la pieza vio una mesa redonda puesta para siete comensales. Sintiéndose segura y al abrigo, subió las escaleras que conducían a la planta alta donde descubrió, una al lado de la otra siete camas pequeñas.
«haré una pequeña siesta» -se dijo- ¡Estoy tan cansada! »
Entonces se acostó y se quedo profundamente dormida.
La cabaña pertenecía a los siete enanitos del bosque. Eran muy pequeños, tenían barbas largas y llevaban sombreros de vivos colores. Esa noche regresaron de una larga jornada de trabajo en la mina de diamantes.
-¡Miren! ¡Hay alguien durmiendo en nuestras camas! Uno de ellos tocó delicadamente el hombro de Blancanieves quien despertó sobresaltada.
-¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? -preguntaron los enanitos sorprendidos.
Blancanieves les contó su trágica historia y ellos la escucharon llenos de compasión. -Quédate con nosotros. Aquí estarás segura. -¿Sabes preparar tartas de manzana? -preguntó uno de ellos.
-¡Sí, sí! Puedo preparar cualquier cosa -respondió ella contenta.
-La tarta de manzana es nuestro postre preferido
-le dijeron.
Blancanieves se ocupaba de las faenas de la casa mientras ellos trabajaban en la mina de diamantes, y en la noche ella les contaba divertidas historias.
Sin embargo. Los enanitos se sentían inquietos por la seguridad de Blancanieves.
-No hables con extraños cuando estés sola. Y, sobretodo, ¡no le habrás la puerta a nadie! – le advertían al salir.
-No se preocupen. Tendré mucho cuidado -les prometía. Los meses pasaron y Blancanieves era cada vez más hermosa. Leía, bordaba y cantaba hermosas canciones. Algunas veces soñaba que se casaba con un apuesto príncipe.
Entretanto la malvada Reina convencida de que Blancanieves estaba muerta, había cesado de interrogar a su espejo mágico. Pero una mañana decidió consultarlo de nuevo.
-¿Es verdad que yo soy la más hermosa del reino?
-preguntó
-No, tu no eres la más hermosa, la más hermosa -respondió el espejo- es Blancanieves sigue siendo la más hermosa del reino.
-¡Pero Blancanieves esta muerta!- No -contestó el espejo-. Esta viva y habita con los siete enanitos del bosque.
La Reina encolerizada mandó buscar al cazador, pero este se había marchado del palacio. Entonces empezó a pensar como haría para deshacerse ella misma de la joven de una vez por todas.
Blancanieves estaba preparando una tarta cuando una vieja aldeana se acercó a la casita. Era la malvada Reina disfrazada de mendiga.
-Veo que estas preparando una tarta de manzanas -dijo la anciana asomándose por la ventana de la cocina.
-Si -respondió nerviosamente Blancanieves -. Le ruego me disculpe pero no puedo hablar con extraños.
Tienes razón! -respondió la Reina-. Yo simplemente quisiera regalarte una manzana. Las vendo para vivir y quizás un día quieras comprar. Son deliciosas ya veras.
La Reina corto un trozo de manzana y se lo llevo a la boca.
-¿Ves hijita? Una manzana no puede hacerte ningún mal. ¡Disfrútala! Y se alejo lentamente.
Blancanieves no podía alejar sus ojos de la manzana. ¡No solo parecía inofensiva, si no que se veía jugosa e irresistible!
No puede estar envenenada la anciana comió un trozo, se dijo. La pobre Blancanieves se dejo engañar. ¡La malvada reina había envenenado la otra mitad de la manzana! Poco después de haber mordido la manzana Blancanieves cayo desmayada y una muerte aparente hizo su efecto de inmediato. Allí encontraron los siete enanos al regresar de la mina.
-¡Esto sin duda alguna es obra de la Reina! -gritaron angustiados mientras intentaban reavivar a Blancanieves.
Pero todo era en vano, la muchacha inmóvil, no daban ninguna señal de vida. Su aliento no empañaba el espejo que los enanitos le ponían cerca de la boca.
Los siete enanitos lloraban amargamente la muerte de Blancanieves y no querían que de ninguna manera separarse de ella. Tal era su belleza que al vera daba la impresión de que estaba dormida. Posiblemente pensaron, era víctima de un hechizo. Entonces decidieron ponerla dentro de una urna de cristal y hacer turnos para cuidarla.
Un día un joven Príncipe. que pasaba por el bosque oyó hablar de la hermosa princesa que yacía en la urna de cristal.
¡Como quisiera verla! Pensaba mientras se dirigía a la casa de los siete enanitos.
Al verla, el príncipe se enamoro inmediatamente de ella. -¡Era la joven más hermosa que jamas había visto! -¡por favor déjenme cuidarla! -suplicó a los siete enanitos-. Yo velare su sueño y la protegeré por el resto de mi vida.
En un comienzo los enanitos se negaron, pero después aceptaron pensando que Blancanieves estaría más segura en el castillo.
Cuando los lacayos del príncipe levantaron la urna de cristal para llevársela, uno de ellos se tropezó y el cofre se sacudió. El trozo de manzana envenenada cayo de la boca de Blancanieves. Sus mejillas, hasta entonces de un pálido mortal, comenzaron a teñirse de rosa y sus ojos se abrieron lentamente. Los enanitos no podían contener su alegría, mient4as Blancanieves se arrodillaba al pie de Blancanieves.
-Deseo con todo mi corazón que seas mi esposa- susurro el príncipe conmovido.
Blancanieves que se había enamorado del apuesto príncipe, le respondió:
-Si seré tu esposa.
La boda se celebro con una gran fiesta. La malvada fue perdonada e invitada. ¡Pero cuando vio la belleza y dulzura de Blancanieves, se lleno de tal rabia y envidia, que cayo muerta al instante!
Blancanieves y el Príncipe vivieron felices en un hermoso castillo, y los siete castillos nunca tuvieron que regresar a trabajar a la mina de diamantes.
FIN
Adaptación de los hermanos Grimm.
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