La rana le comento que buscarían algo al día siguiente, cuando Anita despertó ya no estaba la rana, solamente una nota diciéndole que no podía cuidarla.
Así que Anita regresó a su casa por el mismo camino que la rana la había llevado, al poco rato se encontró a una familia de ratoncitos. Mama ratón, Papa ratón y sus dos ratoncitos, todos trabajaban para poder comer, los ratoncitos ayudaban a su mama y a su papa y daban gracias por lo que sus papas les daban.
Anita quedo muy impresionada de como se portaban los ratoncitos, siguió caminando y se encontró a una colonia de hormigas, las observo por una buen rato y se dio cuenta que todas trabajaban y ayudaban sin esperar a recibir nada, todas ayudaban y entre todas construían un gran hormiguero.
Después de haber estado con las hormigas se encontró a una familia de abejas, estas trabajaban todo el día, recolectaban polen de todas las flores del jardín, para así poder preparar miel.
Anita se dio cuenta que ella no era una niña buena, que aunque sus padres no la castigaban, ella era muy mal educada, estaba muy triste porque sus padres la querían mucho y ella no se había dado cuenta. Así que cerró sus ojos y solicito a Dios una oportunidad para poder demostrarles a sus papas que ya no sería una niña malcriada.
En eso escucho que tocaban la puerta de su cuarto, ella despertó y estaba recostada en su cama, al abrir los ojos pensó que había sido un mal sueño que no era verdad todo lo que había pasado, en eso escucho un ruido en la ventana y era la rana que la saludo y salto hacia el jardín,
Así que Ana desde ese día en adelante, le ayudo a sus papas en todo, les agradeció por todas las cosas que le daban y los abrazaba cada vez que podía.
Ana nunca olvidó a las familias que conoció en su maravilloso viaje con la rana.
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