La casa entera que momentos atrás estaba tan callada, ahora resonaba con risas y bromas mientras la fragancia del pino se mezclaba con la de la vainilla y azúcar que salía del horno, y el viento invernal golpeaba rítmicamente las ventanas como queriendo entrar y avivar el calor de la chimenea.
En un par de horas el árbol había quedado hermosamente vestido, y, coronando su belleza se encontraba la estrella de la abuelita que Beca había colocado cariñosamente mientras su padre la alzaba en hombros, acto seguido, cada miembro de la familia puso bajo las ramas los regalos que habían comprado, incluso había una cajita que decía:»para nuestro Baguette con mucho cariño».
¡Otra vez aquella palabra! ¿Por qué era especial? ¿Qué quería decir? ¿Acaso significaba regalos, galletas y fragancias dulces? ¿Significaba adornos coloridos y platillos especiales en la mesa? ¿Navidad era foquitos brillantes por doquier y canciones alegres? … Baguette no lo comprendía, y hubiera dado cualquier cosa porque la niña pudiera entender sus ladriditos y gruñidos que no eran otra cosa que sus ansiosas preguntas.
Aquella noche la familia se reunió en torno de la mesa que había sido vestida elegantemente con un largo mantel tan rojo como las cerezas que adornaban los fragantes postres y velas altas y largas alumbraban cálidamente las copas en las cuales descansaba la burbujeante sidra.
Luego de intentar por largo rato conciliar el sueño; Baguette decidió salir de la cama y dando sigilosos saltitos bajó las escaleras; toda la habitación se veía suavemente iluminada por las hipnotizantes luces del árbol… ¡qué alto y que grande era! ¡Y qué lindo se veía! Baguette se quedó mirando extasiado el pino y por fin se acercó y notó su reflejo en una de las esferas, se veía gracioso, y quiso morderla igual que mordía su pelota, pero entonces algo inesperado ocurrió ¡Baguette se hizo pequeñito! ¡Más pequeño que la esfera! ¡Y al tocarla con su húmeda nariz se metió dentro de ella! el cachorrito sintió que caía y caía pero al cabo de unos segundos aterrizó en algo enorme y muy suave… y rojo.
Después de escuchar aquella historia Baguette se puso triste, bajó sus orejitas y desenroscó su colita mientras suspiraba hondamente.
Y, así, papá Noel y Baguette se enfilaron hacia el cielo y cuando llegaron a su casa papá Noel dejó al cahorro y regalos para todos, incluso uno de parte de Baguette.
Cuando terminaron de comer, papá Noel subió a su trineo diciendo:»¡feliz Navidad! ¡Y paz en la tierra a los hombres… y cachorros de buena voluntad! ¡jo jo jo! ¡Feliz Navidad!
A la mañana siguiente, cuando la familia bajó para abrir sus regalos notaron a Baguette profundamente dormido bajo el árbol al lado de una esfera rota, trocitos de galletas y una caja llena de calcetines… ¡sin mordisquear!
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