A pesar de las burlas de sus compañeros, Nano mantenía siempre su buen humor. Y se divertía mucho con su torpeza. Pero un día, llegado el otoño, mientras Nano se daba un paseo por los alrededores, una gran nube cubrió rápidamente todo el cielo, y una gran tormenta se cayó. Nano, que no tubo tiempo de llegar a su casa, intentó abrigarse en una hoja, pero de ella se resbaló y acabó cayéndose al suelo, haciéndose mucho daño. Había roto una de sus patitas, y se había quedado cojo. Pobre gusanito… torpecillo y cojo. Agarrado a una hoja, Nano empezó a llorar. Es que ya no podía jugar, ni irse de paseo, ni caminar…
Pero, una noche, cuando Nano estaba casi dormido, una pequeña luz empezó a volar a su alrededor. Primero, pensó que sería una luciérnaga, pero la luz empezó a crecer y a crecer… y de repente, se transformó en un hada vestida de color verde. Nano, asustado, le preguntó:
– Quién eres tú?
Y le dijo la mujer:
– Soy un hada y me llamo naturaleza.
– Y porque estas aquí? Preguntó Nano.
– He venido para decirte que cuándo llegue la primavera, ocurrirá un milagro que te hará sentir la criatura mas feliz y libre del mundo. Explicó el hada.
– Y ¿qué es un milagro? Continuó Nano.
– Un milagro es algo ¡extraordinario, estupendo, magnífico!…… Explicó el hada y, enseguida desapareció.
El tiempo pasó y llegó el invierno. Pero Nano no ha dejado de pensar en lo que había dicho el hada. Ansioso por la llegada de la primavera, Nano contaba los días, y así se olvidaba de su problemita. Con el frío, todos los gusanos empezaron, con un hilillo de seda que salía de sus bocas, a tejer el hilo alrededor de su cuerpo hasta formar un capullo, o sea, una casita en la que estarían encerrados y abrigados del frío, durante parte del invierno.
Al cabo de algún tiempo, había llegado la primavera. El bosque se vistió de verde, las plantas de flores, y finalmente ocurrió lo que el hada había prometido… ¡El gran milagro!
Después de haber estado dormido en su capullo durante todo el invierno, Nano se despertó. Con el calor que hacía, el capullo se derritió y Nano finalmente pudo conocer el milagro. Nano no solo se dio cuenta de que caminaba bien, sino que también tenía unas alas multicolores que se movían y le hacían volar.. Es que Nano había dejado de ser gusano y se había convertido en una mariposa feliz, y que ya no cojeaba.
De Vilma M. Zevallo.
Categoría: Cibercuentos, Cuentos Infantiles y Juveniles