Se escucha el trinar de un alegre ruiseñor que contempla un poco sorprendido a Bebé Elefante. Hoy ha sido un verdadero día de aventura para él; pues ha llegado hasta el pequeño riachuelo y feliz, se está dando un baño mientras canta, sin percatarse que los pececillos y el sapito que allí estaban, han tenido que nadar con mucha prisa, despavoridos por el chapuzón de Bebé Elefante.
Muy cerca de allí, mientras volaba entre las flores, una hermosa mariposa blanca llamada Luz de Luna, degustaba el delicioso néctar. Bebé Elefante, al descubrir la gracia y agilidad de Luz de Luna para volar y quedarse suspendida sobre las delicadas flores, quedó asombrado y dirigiéndose a la mariposa, exclamó:
-¡Cómo quisiera volar, como lo haces tú! Si yo tuviera ese don tan maravilloso, seguramente tendría muchos amigos y volaría muy alto; quizás podría dormir plácidamente sobre las nubes acolchadas y contemplar desde allí, la belleza del paisaje.
Luz de Luna casi no podía creer lo que estaba escuchando y pensaba: ¿Cómo podría Bebé Elefante, siendo tan grande, a pesar de ser solo un bebé, desear ser pequeñito como ella, una mariposa frágil, cuyas alas pueden ser lastimadas aún por una brisa suave. Luz de Luna se sintió entre incrédula y ruborizada, realmente no sabía que responder ante un piropo de tal magnitud.
Nadie se había dado cuenta aún de la presencia de doña Tortuga Encorvada, pues ella oculta en su caparazón, pensaba en aquella ocasión cuando le ganó la carrera a una liebre veloz. Doña tortuga, ya estaba muy vieja y por causa de su experiencia, también había adquirido mucha sabiduría; además su sentido del oído, era muy desarrollado, así que había escuchado atentamente, todas las palabras que Bebé Elefante dijo a la bella mariposa; por ésta causa, decidió salir de su caparazón y manifestarle su opinión al gentil elefantito.
_ Discúlpame si te parezco entrometida, dijo la tortuga encorvada. Realmente no ha sido mi intención expiarte; pero sin querer, escuché lo que le dijiste a Luz de Luna, la hermosa mariposa blanca, que se alimentaba entre las flores. Tus palabras, me hacen pensar que no estás muy satisfecho con tu aspecto; es que aún eres muy joven y no has descubierto las hermosas cualidades y talentos que posees. Dios te ha dotado de grandes privilegios. Yo te sugiero y aconsejo que te instruyas cada día, sobre todo que adquieras el hábito de la lectura. Cuando lo haces, es como si vivieras una aventura diferente en cada libro; tus facultades se despiertan de tal manera, que descubres y aprendes a valorar tanto la belleza que te rodea, como la que hay dentro de ti; así cada día te parecerá mas bello, no importa si es invierno, primavera o verano, apreciarás todo el bien que trae la lluvia, el sol te parecerá que sonríe para ti, verás el encanto sublime de la luna y al contemplarla, podrás tejer en tu imaginación una corona con los luceros mas hermosos y obsequiársela a ella, todas las veces que lo desees.
Bebé Elefante, quedó extasiado ante el consejo de doña tortuga Encorvada, y pensó que desde éste momento, empezaría a seguir su sabio consejo.
Así pasaron los días, las semanas, los meses y los años, mientras los nardos y las rosas esparcían aromas fragantes y cada amanecer era más bello, ante los ojos de aquel elefante, que se había convertido en un sabio admirador de toda la naturaleza.
Esta mañana temprano, mientras el señor elefante se dirigía al río, se detuvo a contemplar a una pequeña araña que diligente tejía una hermosa bufanda de muchos colores, para obsequiarla a don Grillo, el esbelto cantor que le había robado el corazón a la arañita. Ella, mientras teje, no deja de pensar en lo feliz que se sentirá don Grillo, por tan precioso regalo. Quizás el como un gesto de gratitud y aprecio, le dedique a ella una canción, al compás de su guitarra, ésta misma noche, que es noche de luna llena.
El sabio elefante, se despide de la arañita y prosigue su camino, cuando descubre un acontecimiento que le causa mucha gracia:
La ardillita Cascanueces, le ha jugado una broma al Gato Gruñón Valiente. Aprovechando que el está profundamente dormido, le amarró las patas y la cola. En éste preciso instante, mientras les narro éste cuento, don Ratoncito, quien escuchaba oculto en el cajón de mi escritorio, ha salido para contarme, que don Gato Gruñón ya no es tan valiente, pues casi no le quedan dientes para hacer sus fechorías. En otro tiempo, todos los ratoncitos le tenían mucho miedo a don Gato Gruñón, pues el fue uno de los felinos mas temidos en éstas tierras.
Aquella noche, don Elefante, se ríe a carcajadas recordando la broma que le hizo la ardillita al Gato Gruñón.
Los cálidos rayos del sol, se desplazan iluminado las majestuosas montañas. Es la mañana de un día miércoles y a lo lejos, se escuchan las estruendosas carcajadas del señor Elefante, quien disfruta su matutino paseo, ésta vez, en compañía de Bin Bin, su pequeño nieto, quien insistente le pide que cante. El señor elefante, recuerda aquellos lejanos tiempos cuando el, tan solo era «Bebé Elefante». Cierta nostalgia invade su espíritu, mientras con gran esfuerzo, continúa su camino apoyado en un bordón. Cuando se acercan al río y todos sus mas hermosos recuerdos de la niñez, fluyen en su memoria, sus torpes patas, ya cansadas por el embate de tantos años, vacilantes en su bordón, intentan sumergirse en las cristalinas aguas, en ese preciso instante, escucha una temblorosa, pero mágica voz, que se abre paso, entre la suave brisa. Allí está como siempre, en el momento que mas la necesita, doña Tortuga Encorvada, ya anciana y desdentada, le sonríe con ternura. Los ojos del abuelo Elefante, se iluminan de alegría.
_ Oye, mi amigo gigante, le dice la sabia tortuga al apreciado elefante:
Ya es hora de que enseñes a tu nieto Bin Bin a descubrir toda la belleza que hay a su alrededor. Ya es hora que le enseñes a leer y a crear sus propias aventuras.
También los ojos de Bin Bin, empiezan a iluminarse y su espíritu aventurero, ya quiere descubrir mil mundos, se imagina ser pirata, conquistando muchos mares.
Entre tanto, Luz de Luna, la hermosa mariposa de alas blancas, la misma que despertó hace tantos años en Bebé Elefante, el anhelo de volar, continúa degustando flores
nuevas y contemplando ocultos paraísos que han quedado plasmados entre las amarillentas páginas de un libro de hermosos cuentos que mi abuela me obsequió cuando aún yo era niña.
De Marta Lilian Molano Leon, 53 años. Colombia.
Categoría: Cibercuentos, Cuentos Infantiles y Juveniles