se encontró con quien no esperaba.
Tenía aspecto de princesa,
los mofletes como fresas,
y fue dejando miguitas
hasta que se hizo su amiguita.
se convirtió en su domadora.
Tú me das y yo te pongo
y sin darse cuenta del tongo,
le cambió su corazón
por una raja de melón.
Su aspecto cambió al instante
a princesa horripilante,
y el niño con el disgusto
se quedó seco del susto.
¡Un cambió tan radical,
no podía ser muy normal!
Cuando quiso despertar,
ella había echado a volar,
en su escoba encantada,
hasta su casa embrujada.
¡Con su piquito de oro,
me ha engañado como un bobo!
¿Qué le dolerá?
¿Qué le habrá pasado?
¿Por qué llorará?
¡Una bruja lo ha engañado!
Usando unos catalejos,
la siguió pero de lejos,
hasta que la vio llegar
a un misterioso lugar.
Una horrorosa visión
le dejó aquella mansión.
Era una casa extraña,
pues había cientos de arañas,
las lechuzas y las ranas,
adornaban las ventanas,
había sapos encantados,
¡Príncipes en un pasado!
No había puerta para entrar,
la bruja empezó a gritar,
¡Raptso pakuntaretón!
Apareció un gran portón
con ventanas muy muy viejas,
y entera llena de rejas.
Al instante cruzó la puerta,
pero la dejó entreabierta,
el niño se fue a asomar,
cuando algo empezó a sonar.
Era un búho el que gritaba
y al que a la mala alertaba.
¡Un niño que quiere entrar!
¿Nos lo podremos cenar?
La bruja en un instante,
se plantó allí delante,
y enseñando un buen colmillo,
dijo ¿qué quieres chiquillo?
Vengo por mi corazón,
no me gusta tu melón,
sin el no podré amar,
no te puedo perdonar.
¡Con patatas y merluza!
se escuchaba a la lechuza.
De verdad eres muy valiente,
pero para mi es muy urgente,
utilizar tu corazón,
para hacer una poción.
¡Con pimiento o con ajillos,
comeremos al chiquillo!
Comí un sapo en mal estado,
y mi estomago ha explotado.
¡Si no lo hago estaré perdida,
no probaré mas la comida!
El niño por compasión,
entendió la situación
y se sentó en una banqueta
para observar la receta.
«Cinco plumas de dragón,
las patas de un tritón,
los bigotes de dos ratas,
doce sardinas en lata,
lechuga con caracoles,
caramelos de colores,
dos botes de pegamento
del que pega en un momento,
una escama de sirena,
los dientes de una morena,
un pellizco de corazón
y dos estrellas de cartón»
¡El caldero esta humeante!
¡Qué aroma tan relajante!
Un cacito para adentro,
que me curo en un momento.
Algo paso en el ambiente,
¡ella estaba reluciente!
El mejunje hizo su efecto,
su estado era perfecto.
¡Ya no aguantaba ayunar,
necesito merendar!
Se marchó de una carrera,
a buscar en la nevera,
¡pensó que se moriría,
al ver que estaba vacía!
Al volverse miró al niño,
y este le mandó un guiño.
La bruja ya se olvidaba
de que el niño la esperaba.
Perdone por interrumpir,
pero yo aun sigo aquí,
y aunque me las dé de listo,
a juzgar por lo que he visto,
solo ha cogido un poquito,
de algo que yo necesito.
¿Me cambias el corazón,
por esta raja de melón?
La bruja se relamía,
¡aunque prefería sandía!
Te lo cambio en un momento,
y así te quedas contento.
El corazón ya no necesito
y el melón estará exquisito.
Se lo tragó de un bocado
y en un segundo arreglado
¡Ay que ver que bien me sienta!
¡La verdad estaba hambrienta!
El niño ya podría amar,
la bruja su hambre saciar,
y con el dale que te digo,
volvieron a ser amigos,
Decidieron en quedar,
los domingos a almorzar.
Allí se quedó la bruja,
con su lechuza granuja,
y el niño se fue a su hogar,
para poder descansar.
FIN
Categoría: Cibercuentos, Cuentos Infantiles y Juveniles